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Discover Jesus \ Events \Jesús rechaza una oferta de trabajo a los 23 años
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Jesús viaja con su hermano Simón a Jerusalén y más tarde pasa una temporada en Damasco. A pesar de la tentadora oferta de fundar allí una escuela, la rechazó, consciente de que su misión no debía apoyarse en instituciones de enseñanza.
En el año 17 d.C., la situación económica de la familia de Jesús mejoró ligeramente, lo que le permitió emprender un largo viaje a Jerusalén con su hermano menor Simón. Este viaje le brindó la oportunidad de explorar varias regiones de Palestina y, durante sus viajes, entabló importantes conversaciones, sobre todo con un joven helenista llamado Esteban. Además, durante una estancia en Damasco, Jesús recibió una lucrativa oferta para establecer una escuela de filosofía religiosa, que finalmente rechazó, demostrando así su firme compromiso con su misión y evitando cualquier veneración indebida o distracción de sus enseñanzas.
En el vigésimo tercer año de la vida de Jesús, la presión financiera sobre su familia disminuyó, ya que Miriam y Marta contribuyeron significativamente con su trabajo. Los ingresos de Miriam por la venta de leche y mantequilla, junto con la destreza de Marta en el tejido, aliviaron la presión. Además, habían conseguido pagar más de un tercio del precio de compra de un taller de reparaciones, un logro considerable. Esta mejora permitió a Jesús tomarse un raro descanso de tres semanas de su trabajo de carpintero, lo que le permitió acompañar a Simón a Jerusalén para la Pascua. Era el tiempo más largo que había estado alejado de su trabajo diario desde La muerte de José.
Su viaje a Jerusalén les llevó por varias regiones, como la Decápolis, Pella, Gerasa, Filadelfia, Hesbón y Jericó, y regresaron a Nazaret por la costa, pasando por Lida, Jope, Cesarea y Tolemaida. Este extenso viaje permitió a Jesús conocer toda la región septentrional de Palestina. En Filadelfia, Jesús y Simón se encontraron con un viajero mercader de Damasco que les tomó mucho cariño. El mercader les invitó a alojarse en su sede de Jerusalén, lo que permitió a Jesús entablar largas conversaciones sobre asuntos mundanos. El viaje de vuelta a casa le llevó entonces a contemplar ciudades lejanas y tierras remotas que habían despertado su interés durante las conversaciones con viajeros y mercaderes a lo largo del camino.
Simón disfrutó mucho de su estancia en Jerusalén, participando en las ceremonias de la Pascua y la consagración de nuevos hijos del mandamiento en la mancomunidad de Israel. Mientras tanto, Jesús entabló conversaciones significativas con numerosos prosélitos gentiles. En particular, se encontró con un joven helenista llamado Esteban durante un paseo casual por el palacio asmoneo. Su conversación ahondó en los entresijos de la vida, el culto y la verdadera naturaleza de Dios. Esteban, que se sintió profundamente conmovido por las palabras de Jesús, se convirtió más tarde en un ferviente creyente en sus enseñanzas, lo que finalmente condujo a su martirio y a la posterior conversión de Saulo, que se convertiría en la influyente figura de Pablo en la fe cristiana. A su regreso a Nazaret, Simón compartía con entusiasmo las profundas enseñanzas que había recibido de Jesús durante el viaje, mientras que María se esforzaba por comprender el inquebrantable interés de Jesús por conocer y aprender de personas de orígenes diversos. Aunque la atención de la familia se centró en sus preocupaciones inmediatas, María se consolaba de vez en cuando recordando la El anuncio de Gabriel a María tuvo lugar antes del Nacimiento e infancia de Jesús, un tenue recuerdo de su destino divino.
Jesús fue escoltado de Nazaret a Damasco gracias a los esfuerzos de un mercader que tenía una gran oferta de trabajo. Jesús pasó los últimos cuatro meses como huésped de este mercader que tenía un sueño, un plan y dinero para respaldarlo. Deseaba establecer en Damasco una escuela de filosofía religiosa que no sólo rivalizara con la de Alejandría (Egipto), sino que fuera incluso mejor. Propuso que Jesús recorriera los mejores centros educativos de todo el mundo y se pusiera al frente de este nuevo proyecto. La oferta era muy tentadora.
El mercader y toda su familia suplicaron a Jesús que aceptara el trabajo. Jesús sabía que su misión en la tierra no podía apoyarse en una institución de enseñanza ni ser dirigida de ningún modo por los "consejos de los hombres", y como compartía un profundo interés en que esta escuela tuviera éxito, ayudó a planificar su organización y proporcionó traducciones cuando fue necesario.
Resulta irónico que Jesús fuera reconocido como maestro por los hombres de negocios y banqueros de Damasco, pero rechazado por los líderes religiosos de Jerusalén tras toda una vida demostrando su liderazgo y sus excepcionales dotes de enseñanza. En Damasco, Jesús seguía siendo esencialmente un carpintero oscuro y desconocido.
Al final del año, Jesús regresó a su mesa de trabajo en Nazaret, y nunca mencionó esta tentadora oferta a su familia. Estos hombres de Damasco ni siquiera pensaron que el maestro que trastornó la cristalizada religión judía, fuera el mismo hombre. Jesús ocultó a propósito sus viajes y experiencias personales para que no pudieran ser atribuidos a una sola persona. Asimismo, permitió que se le conociera por diferentes títulos. Fue eminentemente exitoso, ya que más tarde escucharía historias acerca de un hombre que lideró una caravana, escoltó a dos indios en un largo viaje de negocios, o uno que rechazó una suculenta oferta para construir la mejor escuela del mundo.
Jesús ocultó sus viajes y experiencias personales durante este periodo para evitar el desarrollo de una carrera versátil y espectacular que ensombreciera las enseñanzas fundamentales que pretendía impartir. Su negativa a aceptar la tentadora propuesta de establecer un destacado centro educativo en Damasco se debió a su reconocimiento de que su misión terrenal no debía apoyarse en instituciones mundanas. Al separar los distintos aspectos de su vida, pretendía evitar la formación de una religión centrada en su persona, que podría competir con el evangelio del reino que pretendía difundir. Jesús quería asegurarse de que sus enseñanzas siguieran siendo el centro de atención y de que sus experiencias personales no eclipsaran el mensaje que pretendía transmitir.