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Jesús y los apóstoles se toman tres días de vacaciones 

Agosto, 27 CE

Jesús llevó a sus apóstoles a un retiro de tres días para abordar los retos personales y de grupo. El descanso les ayudó a relajarse, ganar perspectiva y mejorar sus relaciones. A su regreso, vieron que sus problemas habían disminuido y sus ánimos se habían levantado.

Jesús y los apóstoles se toman tres días de vacaciones
  • Resumen

    En el verano del 27 EC, Jesús y los Los Doce Apóstoles pasaron un tiempo en Samaria y entre los gentiles, donde predicaron el evangelio. Esto fue duro para los apóstoles, dada su profunda desconfianza hacia los Samaritanos. Sentían que los griegos y los romanos no les tomaban en serio. Además, todos ellos tenían algunas dificultades con cuestiones personales y problemas generales para armonizarse con los discípulos de Juan el Bautista.

    Un día, a finales del verano, Andrés se acercó a Jesús, deseando hablar con él sobre qué hacer con todo esto; se sentía abrumado. En lugar de dar consejos a Andrés, Jesús le invitó a reunir a los apóstoles y a tomarse con él tres días de vacaciones. Andrés hizo lo que el Maestro le ordenó, y los doce acompañaron a Jesús al monte Sartaba para descansar y relajarse un poco.

  • Los tres días de vacaciones

    En el verano del 27 EC, los apóstoles se esforzaban por armonizarse y aprender a vivir y trabajar juntos con los Discípulos de Juan el Bautista. Habían empezado a predicar a los samaritanos, lo que supuso una gran prueba para ellos debido a sus arraigados prejuicios contra este pueblo. Y sentían que los griegos y los romanos no tomaban en serio su mensaje. Además, casi todos los apóstoles estaban lidiando con problemas personales y tensión nerviosa, lo que hacía que todos estuvieran irritables. Así que Andrés, que era el apóstol mayor, acudió a Jesús en busca de consejo. Pero en lugar de darles consejo, Jesús le dijo a Andrés que les dijera a los apóstoles que estaban invitados a ir con Jesús a una breve estancia en las montañas. Y luego le dijo a Andrés que fuera personalmente a cada apóstol y le aconsejara que no llevara sus problemas a este viaje. Y Andrés hizo lo que Jesús le ordenó.

    Además de estos problemas, Juan Zebedeo y Santiago Zebedeo sufrían problemas emocionales de corazón y mente. Mateo Leví estaba preocupado por el dinero. Simón Pedro estaba más excitable que de costumbre, y Judas Iscariote era más egoísta que de costumbre. Simón Zelotes estaba perplejo ante las cuestiones de su propio patriotismo frente a los ideales de la hermandad de la humanidad. Felipe estaba cada vez más perplejo ante el estado general de las cosas; Nathaniel parecía estar perdiendo el sentido del humor desde que estaba entre los samaritanos, y Thomas Didymus estaba sumido en una profunda depresión. Los únicos apóstoles que parecían no tener preocupaciones eran los gemelos Santiago Alfeo y Judas Alfeo. Pero todos ellos albergaban profundas preocupaciones sobre cómo iban a llevarse en paz con el discípulo de Juan.

    Los apóstoles vivieron una experiencia maravillosa el primer día, subiendo a la montaña con Jesús. Casi nadie hablaba de sus problemas. Cuando llegaron a su destino, se sentaron todos mientras Jesús decía: "Hermanos míos, todos debéis aprender el valor del descanso y la eficacia de la relajación. Debéis daros cuenta de que el mejor método para resolver algunos problemas enredados es abandonarlos durante un tiempo. Entonces, cuando volváis frescos de vuestro descanso o adoración, podréis atacar vuestros problemas con una cabeza más clara y una mano más firme, por no mencionar un corazón más resuelto. De nuevo, muchas veces se descubre que tu problema se ha reducido en tamaño y proporciones mientras has estado descansando tu mente y tu cuerpo."

    Al día siguiente, se visitaron y hablaron de los viejos tiempos. Su trabajo por el reino no fue discutido en absoluto, pero Jesús les dio a cada uno un tema para discutir más tarde. Incluso Jesús estaba tan relajado que no pronunció su habitual oración de agradecimiento durante la comida del mediodía. Esto siempre había sido una formalidad, pero en esta ocasión se abandonó la formalidad.

    Al tercer día, emprendieron el regreso montaña abajo, pero algo maravilloso había sucedido. Este breve respiro de sus problemas cotidianos ayudó a cada uno de ellos a descubrir que dejar atrás sus problemas durante un tiempo les había hecho encogerse. A veces, los problemas que parecen abrumadores no son más que un miedo magnificado o una preocupación por el futuro. Aprendieron que dejarlo todo durante un tiempo hacía que los problemas parecieran desaparecer o perder importancia.

    Todos estaban asombrados y encantados cuando volvieron al campamento; muchos de los apóstoles incluso mostraron una nueva ligereza de corazón; sus espíritus estaban alegres, y reían de alegría al ver cómo las actitudes de todos habían mejorado para mejor. Después de estas breves vacaciones, sus relaciones con los seguidores de Juan empezaron a mejorar mucho. Y lo más importante, esa sensación de nerviosismo e irritabilidad había desaparecido como resultado de sus vacaciones.

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Colaboradores

MaryJo Garascia, Mike Robinson, Gary Tonge

Referencias y fuentes

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