¯
Discover Jesus \ Events \Cuatro meses de formación de los seis
Etiqueta
Jesús evitó estratégicamente interferir en la labor de Juan el Bautista, centrándose en la formación de sus seis primeros apóstoles para fomentar su confianza. Durante este tiempo, llegaron a verle como un líder y un amigo afín con una gracia de personalidad inigualable.
Jesús decidió no interferir en el trabajo de Juan el Bautista para permitirle llevar a cabo su anuncio del reino venidero. Jesús formó pacientemente a sus Los seis primeros apóstoles para que crecieran en confianza, y luego les hizo enseñar a los siguientes seis hombres que eligió como apóstoles. También formó a su hermano Santiago para el trabajo futuro. El enfoque deliberado y reflexivo de Jesús hacia el liderazgo y el desarrollo a menudo dejaba a los que le rodeaban asombrados y, en ocasiones, con dudas.
Jesús seleccionó a sus seis primeros apóstoles y celebró con ellos más de cien sesiones de enseñanza. También incluyó a sus hermanos Santiago y Judas, pero Judas tuvo que retirarse debido a una enfermedad en su familia. Fue una época de relativa inactividad, en la que apenas aprovechó el milagro de Jesús asiste a las bodas de Caná y la Bautismo de Jesús en el Jordán. Este período de aparente inactividad duró cuatro meses, de marzo a junio del año 26 de nuestra era. La esperanza de su madre, María, en su hijo primogénito estaba en su punto más bajo. Ella estaba desconcertada por su alejamiento de la aclamación, y simplemente no podía entenderlo. La esposa de Santiago la animó, oyendo de Santiago que asistía a sus clases y aún tenía fe en su hermano mayor.
Al principio, los siete creyentes llamaban a Jesús "Rabí", pero fueron conociéndole mejor y empezaron a verle menos como una autoridad religiosa y como alguien a quien no tenían por qué temer. Era tan parecido a ellos, y a la vez tan perfecto. Era cercano, como un verdadero amigo, pero tan semejante a Dios. No era el Dios de la zarza ardiente, al que Moisés ni siquiera se atrevía a mirar. Era alguien con quien era fácil estar cerca y pasar tiempo con él. Jesús tenía una gracia que atraía a la gente hacia él.
Durante el día, se dedicaban a su trabajo ordinario, y por la noche se sentaban a los pies de Jesús. Era la personalidad incomparable de Jesús y sus palabras compasivas lo que los mantenía unidos durante este tiempo sin incidentes. Simón Pedro estaba especialmente perplejo y pidió a Jesús que empezara a predicar en Galilea mientras Juan cubría Judea. Jesús le pidió paciencia y animó a Pedro a progresar. Andrés, el hermano mayor de Pedro, tranquilizó a éste con sus sabios consejos. Andrés reflexionaba a menudo sobre la naturalidad de Jesús, sobre cómo podía vivir tan cerca de Dios y encajar tan bien con los hombres, siempre paciente y considerado.
Jesús pasó desapercibido. Habló dos veces en la sinagoga. Dejó que sus actos milagrosos se convirtieran en noticia de ayer. No hizo milagros y vivió tranquilamente. Los espías de Herodes Antipas habían informado sobre Caná y su bautismo, pero luego nada. Herodes decidió dejar en paz a Jesús y perseguir a Juan el Bautista, que era más polémico y causaba más revuelo.
Jesús explicó a sus seis apóstoles su enfoque de las facciones religiosas y políticas existentes en Palestina, aclarando que su misión pretendía implicar a todos los grupos sin alinearse específicamente con ninguno. En aquella época, entre los grupos importantes se encontraban los Fariseos, formados por escribas y rabinos; los Saduceos, que representaban al sacerdocio y a los judíos acomodados; los esenios, una estricta secta religiosa formada durante la revuelta macabea; los Los zelotes, partidarios de medidas extremas para liberarse de Roma; los herodianos, partidarios del gobierno herodiano para reducir la opresión romana; y los Samaritanos, que, a pesar de las similitudes con las enseñanzas judías, eran condenados al ostracismo por los judíos. Grupos más pequeños, como la hermandad nazarí, también esperaban un Conceptos del Mesías esperado que colmara las esperanzas nacionalistas, similares a las de un nuevo Judas Macabeo.
Sin embargo, Jesús no iba a ser tal Mesías. Su dominio se estableció en los corazones de la humanidad, fomentando la alegría y la lealtad espiritual. Introdujo un reino basado en la fe, que trascendía los reinos terrenales, caracterizado por el amor, la compasión y la simpatía. Jesús preparó a sus seguidores para una misión de transformación de las almas humanas, no para conquistar mediante el poder terrenal tradicional.
Hicieron una pausa en sus preparativos para el ministerio público para estudiar las Escrituras hebreas en la sinagoga, haciendo hincapié en la comprensión práctica en lugar de abrumarlos con un exceso de doctrina. Este periodo, rico en aprendizaje y crecimiento personal, fue más tarde apreciado por los apóstoles como un tiempo fundacional de cercanía e instrucción con Jesús, reminiscencia de una atesorada fase de juventud.
Sede apostólica y centro de muchos acontecimientos.
Gregg Tomusko, Mike Robinson, Gary Tonge