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La última oración en grupo y la preparación para la traición 

Abril 6, 30 CE (Jueves)

Jesús condujo a sus apóstoles a Getsemaní, orando por su fortaleza y unidad antes de su partida. Consciente de la inminente traición de Judas, Jesús mantuvo la calma, confiando en el plan de Dios, mientras preparaba a sus seguidores para las pruebas futuras.

La última oración en grupo y la preparación para la traición
  • Resumen

    En la noche del 6 de abril de 30 EC, después de la La Última Cena, sus Admoniciones y advertencias finales, y Admoniciones personales de despedida de Jesús, Jesús condujo a sus Once apóstoles (menos Judas Iscariote) de la Casa de Elías Marcos al campo de Getsemaní. Juan Marcos, siguiéndole de cerca, permaneció con Jesús toda la noche y observó los acontecimientos que se desarrollaban. Los apóstoles empezaron a preocuparse por la ausencia de Judas, lo que aumentó sus sospechas sobre su lealtad. Al llegar al campamento, Jesús reunió a sus apóstoles en oración, pidiendo al Padre que los fortaleciera y los mantuviera unidos después de su partida. Rezó por su protección, su santificación en la verdad y por los futuros creyentes que seguirían su ministerio.

    Esa misma noche, David Zebedeo y Juan Marcos informaron a Jesús de que habían estado vigilando Judas Iscariote y conocían su plan para traicionarlo. A pesar de la noticia, Jesús mantuvo la calma, asegurándoles que todo se desarrollaría según la voluntad de Dios. Jesús dio instrucciones a David para que enviara un mensaje a Abner, informándole de su próxima muerte y resurrección. Los apóstoles, aunque ansiosos, estaban agotados y se retiraron a regañadientes a sus tiendas, excepto Simón Pedro, Santiago Zebedeo y Juan Zebedeo, que se quedaron con Jesús. Mientras Judas ultimaba su traición y dirigía a los guardias del templo para arrestar a Jesús, Juan Marcos, escondido en las cercanías, presenció el desarrollo de los acontecimientos. Jesús, plenamente consciente de la inminente traición, mantuvo la compostura y preparó a sus seguidores para las pruebas que les aguardaban.

  • Viaje a Getsemaní y última oración en grupo

    En la noche del jueves 6 de abril del año 30 de la era cristiana, hacia las diez de la noche, Jesús condujo a sus once apóstoles desde la casa de Elías y María Marcos hasta el campamento de Getsemaní. Juan Marcos, el hijo de Marcos Elías y María, que había seguido de cerca a Jesús desde su estancia en las colinas, les siguió discretamente mientras atravesaban la ciudad, cruzaban el arroyo Cedrón y regresaban al campamento privado cerca del parque de Getsemaní. Juan Marcos, deseoso de presenciar los acontecimientos de aquella noche, permaneció cerca de Jesús durante toda la velada y el día siguiente, observando todo lo que ocurría.

    A medida que se acercaban al campamento, los apóstoles empezaron a expresar su preocupación por la ausencia de Judas Iscariote. Su inquietud iba en aumento, sobre todo después de la predicción de que uno de ellos traicionaría a Jesús. Aunque se abstuvieron de hablar abiertamente de Judas en el camino de vuelta, sus sospechas aumentaron cuando encontraron el campamento vacío al llegar, sin Judas esperándoles. En busca de respuestas, los apóstoles interrogaron a Andrés, el líder del grupo. Andrés expresó su temor de que Judas les hubiera abandonado, confirmando el creciente sentimiento de traición de los apóstoles.

    Poco después de llegar al campamento, Jesús se dirigió al grupo y les dijo: "Amigos y hermanos míos, mi tiempo con vosotros es ahora muy corto, y deseo que nos separemos mientras oramos a nuestro Padre que está en los cielos para que nos dé fuerzas que nos sostengan en esta hora y en adelante en todo el trabajo que debemos hacer en su nombre" Luego condujo a los apóstoles a poca distancia del Monte Olivete, donde, bajo la luz de la luna, se arrodillaron juntos sobre una gran roca plana, formando un círculo como habían hecho el día de su ordenación. Mientras los apóstoles se arrodillaban a su alrededor, Jesús se puso en medio de ellos y comenzó su oración al Padre.

    En su oración, Jesús reconoció que había llegado su hora y pidió al Padre que le glorificara para que él, a su vez, pudiera glorificar al Padre. Reflexionó sobre la autoridad que se le había concedido y expresó su deseo de dar la vida eterna a todos los que se convirtieran en hijos fieles de Dios. Jesús rezó por sus apóstoles, reconociendo su fe y dedicación a pesar de sus debilidades, y pidió al Padre que los mantuviera unidos y fieles mientras se preparaba para dejarlos. Jesús rezó por su protección en un mundo que podría odiarles, como le había odiado a él, y pidió que fueran santificados en la verdad. También oró no sólo por sus seguidores inmediatos, sino por todos los futuros creyentes que conocerían el Evangelio a través de su ministerio.

    En esta oración, Jesús pidió la unidad entre sus apóstoles y todos los creyentes, deseando que fueran uno en espíritu, como él y el Padre eran uno. Pidió la venida del nuevo maestro, el Espíritu de la Verdad - "El Consolador, que fortalecería y confortaría a sus seguidores tras su partida. Los apóstoles permanecieron en silencio reflexionando después de la oración, asimilando plenamente el significado de las palabras de Jesús. La paz y la solemnidad del momento perduraron mientras regresaban al campamento.

  • La traición y los preparativos para lo que vendría

    Al regresar al campamento, los apóstoles se sorprendieron al descubrir que Judas seguía ausente. Sus temores respecto a la traición de Judas se intensificaron mientras discutían sus acciones entre ellos. Mientras tanto, David Zebedeo y Juan Marcos se acercaron a Jesús en privado, revelándole que habían estado observando a Judas durante varios días y que estaban al tanto de su intención de traicionar a Jesús ante las autoridades judías. A pesar de esta revelación, Jesús mantuvo la calma y les tranquilizó diciendo: "Amigos míos, nada puede sucederle al Hijo del hombre si el Padre que está en los cielos no quiere. No se turbe vuestro corazón; todas las cosas obrarán juntamente para la gloria de Dios y la salvación de los hombres."

    A medida que avanzaba la noche, el estado de ánimo de Jesús se volvía más sombrío. A pesar de la creciente ansiedad de los apóstoles, estaban físicamente agotados, ya que no habían dormido lo suficiente en los días previos a su estancia en Jerusalén. Por eso, a petición de Jesús, se retiraron de mala gana a sus tiendas, excepto Pedro, Santiago y Juan, a quienes Jesús pidió que se quedaran con él un poco más.

    Antes de que los apóstoles se retiraran, Simón Zelotes distribuyó espadas y otras armas, asegurándose de que todos los hombres, excepto Nathaniel, estuvieran equipados. Natanael rechazó las armas, recordando a sus hermanos que Jesús había enseñado repetidamente que su reino no era de este mundo y que sus discípulos no debían luchar por su establecimiento. Natanael expresó su convicción de que Jesús podía defenderse si era necesario y concluyó que su negativa a resistirse a sus enemigos debía representar su compromiso de cumplir la voluntad del Padre. Andrés, profundamente conmovido por la convicción de Natanael, también devolvió su espada, pero los otros nueve apóstoles conservaron sus armas.

    En medio de la tensión, Jesús llamó a David Zebedeo y le pidió que enviara un mensajero de confianza para entregar un mensaje a Abner en Filadelfia. Jesús dio instrucciones al mensajero de David, Jacobo, para que dijera a Abner que pronto sería entregado en manos de sus enemigos y condenado a muerte, pero que resucitaría de entre los muertos y se les aparecería antes de volver al Padre. Con una última palabra de aliento, Jesús envió a Jacobo por su camino, asegurándole que un mensajero invisible le acompañaría durante todo su viaje.

    Cuando los apóstoles se retiraron, agobiados por la noticia de la traición de Judas, Jesús habló en privado con Andrés, diciéndole: "Andrés, haz lo posible por mantener unidos a tus hermanos hasta que yo vuelva a vosotros, después de haber bebido esta copa. Fortalece a tus hermanos, pues ya os lo he dicho todo. Aunque ninguno de los apóstoles esperaba que aquella noche ocurriera nada extraño, David Zebedeo y Juan Marcos permanecieron vigilantes, sabiendo que Judas y los guardias del templo no tardarían en llegar para arrestar a Jesús.

    David y Juan Marcos habían ideado un plan para vigilar los dos caminos principales que conducían a Getsemaní. David se apostó en el sendero superior, que conectaba el camino de Betania con Jerusalén, mientras que Juan Marcos tomó un puesto a lo largo del camino cerca del valle del Cedrón. Sin embargo, la curiosidad y la devoción de Juan Marcos por Jesús le llevaron a abandonar su puesto de vigilancia, lo que le permitió presenciar de primera mano los acontecimientos que tuvieron lugar en el huerto durante aquellas últimas horas antes del arresto de Jesús. Escondido entre los arbustos, Juan Marcos observó todo lo que ocurría entre Jesús, Pedro, Santiago y Juan hasta que llegó Judas con los guardias del templo.

  • La traición de Judas y la respuesta de los discípulos

    Mientras Jesús oraba y los apóstoles descansaban en el campamento, Judas Iscariote se reunía con el capitán de los guardias del templo, que había reunido a un grupo de soldados para arrestar a Jesús. Judas, una vez ultimada su traición, se preparó para conducir a los guardias al lugar donde acampaban Jesús y los apóstoles. A pesar del desarrollo de los acontecimientos, la mayoría de los apóstoles desconocían la inminente traición. Esperaban que el enfrentamiento con las autoridades se produjera a la mañana siguiente, después de la preparación de la Pascua.

    David Zebedeo, que había montado guardia en el sendero superior, se despidió de Jesús antes de partir para su guardia. Expresó su gratitud por el tiempo que había pasado sirviendo a Jesús, reconociendo que, mientras sus hermanos eran apóstoles, él se había alegrado haciendo las tareas menores que había que hacer. En respuesta, Jesús elogió el servicio de David, asegurándole que él también serviría a su lado en el reino eterno. Antes de partir, David informó a Jesús de que su familia estaba viajando desde Jericó y llegaría al día siguiente. Jesús lo reconoció, permitiendo a David continuar su guardia.

    Juan Marcos siguió a Jesús, Pedro, Santiago y Juan hasta un barranco cercano, donde Jesús tenía intención de orar. Desde su escondite, Juan Marcos presenciaría los últimos momentos de paz antes de la llegada de Judas con los guardias armados. La tensión crecía en el ambiente mientras los discípulos esperaban sin saberlo la llegada del traidor de Jesús. Mientras tanto, Judas conducía a los guardias del templo hacia Getsemaní, preparándose para entregar a Jesús en sus manos.

    A medida que se acercaba la hora de la traición, Jesús mantuvo la compostura, plenamente consciente de lo que iba a ocurrir. Su actitud tranquila y su confianza inquebrantable en el plan del Padre contrastaban con la ansiedad y la incertidumbre de los apóstoles. Mientras Judas hacía sus últimos preparativos, Jesús seguía impartiendo sabiduría y consuelo a los que le rodeaban, preparándoles para las pruebas que les aguardaban.

Lecturas sugeridas de este ensayo

Personas relacionadas

  • Jesús

    Hijo de Dios, Hijo del Hombre. Hijo Creador del Universo.

  • David Zebedeo

    Hermano de Juan y Santiago, dirigió el servicio de mensajeros.

  • Juan Marcos

    Joven ayudante de los apóstoles durante la vida de Jesús.

Lugares relacionados

  • Monte Olivete

    El Monte Olivete fue un lugar importante en la vida de Jesús.

Colaboradores

Mike Robinson, Gary Tonge

Referencias y fuentes

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