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El discurso de despedida 

Abril 6, 30 CE (Jueves)

En este último discurso a sus apóstoles, Jesús predijo su partida, introdujo un nuevo mandamiento, se comparó a sí mismo con una vid, instó a la unidad y a la fecundidad espiritual, y presentó la venida del Espíritu de la Verdad.

El discurso de despedida
  • Resumen

    El discurso de despedida de Jesús tuvo lugar la noche del jueves 6 de abril del año 30 d.C., tras la La Última Cena en el aposento alto de la Casa de Elías Marcos. Los apóstoles seguían de pie después de cantar el Salmo 118, pero Jesús les pidió que se sentaran mientras les hablaba.

    En su discurso, Jesús predijo su partida e introdujo un nuevo mandamiento: amarse los unos a los otros como él los amó. Se comparó a sí mismo con una vid y a sus seguidores con los sarmientos, haciendo hincapié en la unidad y en dar fruto espiritual. Jesús animó a orar de acuerdo con la voluntad de Dios. Advirtió de la hostilidad mundana y aseguró su presencia mediante la venida Otorgamiento del Espíritu de la Verdad. Jesús afirmó su identidad como camino hacia el Padre, prometiendo que quienes le conocieran encontrarían el camino hacia la vida eterna.

  • Observaciones preliminares

    Al final de la última cena en el aposento alto, los Once apóstoles (menos Judas Iscariote) se disponían a marcharse, pero Jesús les pidió que volvieran a sentarse para poder seguir hablando con ellos. Les pidió que recordaran cómo les había enviado a predicar el Evangelio sin dinero ni comida, dependiendo de la amabilidad de aquellos a quienes ministrarían; y les recordó que nunca les faltó de nada. Luego les advirtió que los tiempos habían cambiado; ya no podían depender de tales ministerios de las multitudes. Así que, cuando salieran ahora, debían asegurarse de llevar consigo todo lo que pudieran necesitar.

    A continuación, les dijo que había llegado el momento en que él ya no estaría con ellos. Iba a un lugar al que no podían seguirle en ese momento; debían esperar a que terminara su trabajo en la tierra, y entonces les recibiría allí, igual que el Padre celestial iba a recibirle a él muy pronto.

  • El nuevo mandamiento

    Jesús dijo a los once apóstoles que deseaba darles un nuevo mandamiento que definiría cómo debían amarse los unos a los otros. Les recordó el mandamiento que ordena que os améis los unos a los otros; que améis a vuestro prójimo como a vosotros mismos. Pero luego les dijo que quería que fueran más allá de esa devoción sincera de unos por otros. Quería que "os améis unos a otros como yo os he amado. Y en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si así os amáis unos a otros".

    Continuó diciéndoles que este nuevo mandamiento no debía ser una carga; por el contrario, este nuevo mandamiento les traería gran alegría y placer. Dijo que estaba a punto de experimentar una alegría suprema a través de las pruebas que estaba a punto de sufrir; que aunque soportaría el dolor exterior, que el otorgamiento de su afecto sincero a ellos y a todos los demás mortales era una gran alegría para él.

    Jesús dijo: "Cuando os invito a que os améis los unos a los otros, como yo os he amado, os presento la medida suprema del verdadero afecto, pues nadie puede tener mayor amor que éste: dar la vida por sus amigos. Y vosotros sois mis amigos; seguiréis siéndolo si estáis dispuestos a hacer lo que os he enseñado. Me habéis llamado Maestro, pero yo no os llamo siervos. Si os amáis como yo os amo, seréis mis amigos, y yo os hablaré siempre de lo que el Padre me revela", dijo a los apóstoles, diciéndoles que, aunque ellos le habían elegido a él, él también les había elegido a ellos; les había ordenado que vivieran su vida como él había vivido la suya: sirviendo con amor a los demás y revelando el amor del Padre a todos los hombres. Les prometió que Él y el Padre celestial trabajarían con cada uno de ellos, y que también ellos experimentarían la alegría divina si obedecían este nuevo mandamiento de amarse los unos a los otros como Él les ha amado.Para participar de la alegría del Maestro, hay que participar también de su amor. Compartir su amor implica compartir sus actos de servicio. Este encuentro profundo con el amor no nos exime de los desafíos de la vida, pero es innegable que revitaliza el mundo existente y lo hace parecer nuevo.Es importante recordar que Jesús exige lealtad, no sacrificio. La idea de sacrificio sugiere una falta de devoción de todo corazón que podría haber transformado el servicio amoroso en un profundo deleite. El concepto de deber implica una mentalidad de siervo, perdiéndose la estimulante experiencia de servir como amigo, y para un amigo. El impulso de la amistad supera todas las nociones del deber, y el servicio de un amigo por un amigo nunca puede considerarse un sacrificio. El Maestro dijo a los apóstoles que eran los La filiación con Dios. Se refirió a ellos como hermanos, y cuando se preparaba para partir, se dirigió a ellos como sus amigos

  • La vid y los sarmientos

    Jesús se comparó a sí mismo con una vid y comparó a su Padre con el labrador, o maestro jardinero. Dijo: "Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Jesús habló también de la vid y de los sarmientos, diciendo en efecto: Como sarmientos que brotáis de la vid, si no dais fruto, el jardinero os podará de la vid. Pero si dais fruto, el jardinero os podará. Pero si dais fruto, el jardinero os limpiará para que deis aún más fruto. Debes permanecer cerca de la vid para recibir la conexión espiritual continua conmigo. La vid y los sarmientos comparten la misma energía viva, y si seguís estando cerca de mí -viviendo en mí como yo vivo en vosotros-, seguiréis mostrando los Frutos del Espíritu y la alegría del servicio amoroso.

    Y continuó: "Si permanecéis en mí y mis palabras viven en vosotros, podréis comulgar libremente conmigo, y entonces mi espíritu vivo podrá infundiros de tal modo que podréis pedir todo lo que mi espíritu quiera y hacer todo esto con la seguridad de que el Padre nos concederá nuestra petición."

    El Padre es glorificado a través de esta conexión con nosotros. Y cuando el mundo vea estas ramas vivas y sea testigo del amor que sentimos por nuestros hermanos y del servicio que les prestamos, sabrá que somos verdaderamente sus discípulos.

    Jesús continuó: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo. Vivid en mi amor como yo vivo en el amor del Padre. Si hacéis lo que os he enseñado, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado la palabra del Padre, y permaneceréis siempre en su amor."

  • La hostilidad del mundo

    Los once apenas habían dejado de discutir el discurso sobre la vid y los sarmientos cuando el Maestro, indicando que quería decir algo más, continuó: "Cuando os haya dejado, no os desaniméis por la enemistad del mundo. No os desaniméis ni siquiera cuando los creyentes pusilánimes se vuelvan contra vosotros y se unan a los enemigos del reino. Si el mundo os odia, recordad que a mí me odió antes que a vosotros".

    Jesús continuó explicando que, puesto que los creyentes nacidos del espíritu no son "del mundo", no pueden esperar amor de ese mundo. Les dijo a los once que los había escogido del mundo para que pudieran representar el espíritu de un mundo mejor aunque siguieran siendo parte del mundo.

    Ninguno de nosotros es mejor que Jesús; puesto que él fue perseguido, nosotros también podemos esperar persecución. Al igual que sus palabras ofendieron a los incrédulos, nuestras palabras harán lo mismo; los impíos siempre encontrarán nuestras palabras ofensivas y difíciles de entender. Pero aunque seamos perseguidos por causa del Evangelio, podemos consolarnos recordando que Jesús sufrió primero.

    Por último, Jesús dijo a los once que, aunque tenía que dejarlos muy pronto, no estaría lejos de ellos. Les recordó los muchos "lugares de permanencia" que les había mencionado en numerosas ocasiones. Y les dijo que iba a regresar a esos mundos de luz cuando los dejara, mundos a los que ellos también ascenderían algún día. Les aseguró que, aunque iba a dejarles, siempre tendrían su presencia espiritual con ellos, y que llamaría a cada uno de ellos a ascender hacia él, igual que ahora iba a ascender hacia su Padre.

    Luego hizo esta promesa: "No os dejaré solos en el mundo", y explicó que enviaría un espíritu ayudante que ocuparía su lugar, que seguiría enseñándoles e incluso consolándoles.

    Jesús terminó diciendo: "Y lo que os he dicho es verdadero y eterno, aunque no lo comprendáis del todo. Yo voy al Padre, y aunque ahora no podáis seguirme, ciertamente me seguiréis en los siglos venideros".

    "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Todos los que encuentran al Padre, primero me encuentran a mí. Si me conocéis, conocéis el camino hacia el Padre. Y me conocéis, porque habéis vivido conmigo y ahora me veis".

  • Interpretaciones erróneas del discurso

    A lo largo de los siglos transcurridos desde que Jesús estuvo entre nosotros, sus enseñanzas se han distorsionado, ya que sus palabras fueron recordadas décadas después de su partida por sus seguidores en su bienintencionado intento de escribir narraciones sobre él. El contenido de su discurso de despedida a sus apóstoles no fue diferente.

    En cuanto a Culto y oración, los creyentes llegaron a creer que todo lo que tenían que hacer era pedir en el nombre de Jesús y sus oraciones serían escuchadas. La verdad es que no basta con invocar el nombre del Maestro; hay que permanecer en él y prestar atención a sus palabras y buscar la voluntad de Dios en todas las cosas. Y cuando ésta es la actitud sincera de uno, cualquier cosa que uno desee -si en verdad está alineada con la voluntad de Dios- le será concedida. Jesús es la vid verdadera y su vida espiritual fluye a través de él, igual que la vid proporciona sustento a sus ramas vivas.

    Rezar por cosas egoístas y logros que satisfagan el ego será respondido con más oportunidades de dar fruto. El sarmiento vivo sólo existe para dar fruto: para amar a nuestros semejantes como somos amados por Dios. Nuestro principal objetivo en la vida es esta actividad fructífera. Y si nuestra rama no es productiva, es podada hasta que sea productiva. Dios nos poda con amor, y sólo para que seamos más productivos en los frutos del espíritu. De este modo, la oración sólo es verdaderamente eficaz cuando la practican creyentes nacidos del espíritu en el El Reino de los Cielos dominado por el espíritu.

    Jesús también dijo a sus apóstoles que "nadie va al Padre si no es por mí" Aunque sabemos que esto es una verdad literal, ya que nuestro camino Paraíso pasa por la sede del universo local donde él reside, muchos lo han interpretado en el sentido de que sólo los que creen en Jesús pueden salvarse. En la La gira de Jesús por el Mediterráneo Jesús por La gira de Jesús por el Mediterráneo, aclaró a un comerciante chino que sólo debía adorar a Dios y que le volvería a ver en los mundos de luz. Más tarde, en su Decimoséptima aparición de Jesús, Jesús recalcó la importante verdad de que sólo una simple fe en Dios asegura la vida eterna: "Si sois hijos de fe de mi Padre, no moriréis jamás; no pereceréis" Jesús dejó claro que la puerta de la vida eterna está abierta a los que creen en Dios y no requiere una creencia específica en él.

    Ningún Padre amoroso penalizaría a los individuos nacidos en partes del mundo donde no hay conocimiento de Jesús a un destino que excluye su capacidad de tener vida eterna. Esto se extiende a la creencia en la Evolución de la doctrina de la expiación, el arrepentimiento u otras construcciones que el cristianismo adjuntó posteriormente al evangelio de Jesús del reino de los cielos, es decir, la Paternidad de Dios y la hermandad de toda la humanidad.

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Colaboradores

MaryJo Garascia, Mike Robinson, Gary Tonge

Referencias y fuentes

  • 133:4.9 "Nos volveremos a ver en los mundos de luz".
  • 180:0 El discurso de despedida.
  • 180:1 El nuevo mandamiento.
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