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Paraíso 

Jesús enseñó que el Paraíso es el destino eterno de quienes se alinean con la voluntad de Dios, comenzando por la transformación espiritual en la Tierra. Es el centro divino de la realidad, donde los seres se acercan progresivamente a Dios, culminando en el servicio eterno.

Paraíso
  • Resumen

    Jesús enseñó a menudo que el Paraíso, o cielo, es el destino eterno de quienes se alinean con la voluntad de Dios. Describió el Paraíso no sólo como un lugar lejano, sino como el centro espiritual de la realidad, el hogar del Padre Universal y la máxima aspiración de todos los seres. Jesús hizo hincapié en que el viaje al Paraíso comienza con la transformación espiritual interior aquí en la Tierra y continúa a través del crecimiento espiritual progresivo en la otra vida. Destacó las "muchas mansiones" como parte de este viaje, que conduce a una mayor conciencia espiritual y cercanía a Dios.

    El Paraíso es el centro eterno y literal de toda la creación, fuera del tiempo y del espacio, donde residen Dios el Padre, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito. Es la fuente de toda energía, vida y espíritu, un lugar de belleza y perfección indescriptibles. Aunque los seres finitos se esfuerzan por alcanzar el Paraíso a través de la ascensión espiritual, es el destino último donde se encuentran directamente con Dios y participan en sus propósitos eternos.

    El viaje al Paraíso es un camino progresivo de crecimiento espiritual, que comienza en los mundos materiales, pasa por esferas de transición como los mundos de estancia y culmina en el Paraíso. A lo largo de este viaje, nuestro espíritu interior nos guía hacia la unión con Dios. La vida eterna, como enseñó Jesús, no es sólo una existencia sin fin, sino una relación dinámica con el Padre, llena de continuos descubrimientos, servicio y crecimiento personal. Los que alcanzan el Paraíso continúan su obra divina, ayudando a administrar los planes de Dios en todo el universo.

  • Enseñanzas de Jesús sobre el Paraíso

    A lo largo de su vida y de su ministerio, Jesús se refirió constantemente a la realidad última del Paraíso como el destino eterno de quienes buscan seguir la voluntad de Dios. En sus enseñanzas, Jesús hizo hincapié en que el Paraíso no es simplemente un lugar físico distante, sino una realidad espiritual y la morada del Padre Universal. Uno de los mensajes más profundos de Jesús fue que los seres humanos no son sólo criaturas materiales, sino seres espirituales que pueden alinearse con el propósito eterno de Dios. El Paraíso, o cielo, representa la aspiración espiritual más elevada: el hogar eterno de los seres perfeccionados y la sede divina de Dios.

    Jesús describió a menudo el Paraíso en términos de relación más que de geografía. Al hablar del Padre, Jesús aclaró que el Paraíso es donde se manifiesta perfectamente la voluntad de Dios, y es la meta final de la carrera ascendente de todos los seres creados. Jesús enseñó que el viaje al Paraíso no es sólo un acontecimiento futuro lejano, sino algo que comienza en la transformación del alma aquí en la tierra. Animó a sus seguidores a buscar el reino de Dios en su interior, alineando su yo interior con la voluntad divina, ya que este alineamiento espiritual interior es el primer paso en el viaje eterno hacia el Paraíso.

    Jesús también aclaró que el camino hacia el Paraíso es un camino de crecimiento espiritual progresivo. Aseguró a sus seguidores que la casa del Padre contiene "muchas mansiones", una descripción literal de los mundos mansión que son la primera parada en nuestra carrera de ascensión, y una descripción general de las muchas etapas de avance en el camino hacia el Paraíso. Describió el viaje como uno de creciente conciencia, sabiduría y belleza espiritual, en el que los individuos se acercan cada vez más a Dios a través de sus experiencias y del fiel ejercicio de su voluntad de hacer la voluntad de Dios.

  • La Isla del Paraíso Central

    El Paraíso es el centro literal y eterno de toda la creación. Es el núcleo geográfico, espiritual y administrativo de todo el universo de universos. El Paraíso existe fuera del tiempo y del espacio, siendo la morada eterna de la La Trinidad del Paraíso - Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu. Toda la creación finita gira alrededor de esta Isla central, que es la fuente eterna de toda energía, vida y espíritu.

    El Paraíso es una realidad absoluta que no se compone ni de materia ni de espíritu, sino de algo que está más allá de ambos. Es un lugar de belleza y perfección indescriptibles, donde la presencia de Dios es directa e inconfundible. Aunque los seres espirituales se esfuerzan por alcanzar el Paraíso, el viaje hasta allí sólo lo emprenden aquellos que han ascendido a través de las etapas del desarrollo espiritual progresivo, alcanzando finalmente la perfección.

    La estructura del Paraíso en sí está más allá de la plena comprensión de cualquier mente finita. Es infinita, eterna y sirve como destino último para todos los seres ascendentes. Sin embargo, el Paraíso no es un fin en sí mismo, sino el lugar en el que los seres pueden finalmente ver a Dios tal como es, estar en su presencia directa y participar en sus propósitos eternos. Los seres que alcanzan el Paraíso se denominan finalistas, y sirven de forma que promueven los planes divinos para toda la creación.

  • El viaje al Paraíso

    Jesús animó a sus seguidores a esforzarse por alcanzar la perfección, como es perfecto el Padre en el Paraíso. Para los mortales, este viaje eterno al Paraíso comienza en los mundos materiales con el nacimiento y la crianza del ¿Qué es el alma? inmortal y progresa a través de una serie de experiencias de ascensión por todo el universo. Los seres mortales, tras su vida en un mundo material, despiertan en los mundos mansión, esferas de transición que preparan al alma para un mayor desarrollo espiritual.

    A medida que progresamos, nos movemos a través de varias etapas de la vida universal, ganando sabiduría, experiencia y discernimiento espiritual. En cada etapa, se nos da una responsabilidad cada vez mayor y estamos expuestos a mayores niveles de verdad divina. La vida morontial, que comienza después de la muerte, es una fase crítica en este proceso, ya que tiende un puente entre las realidades material y espiritual. Aquí, continuamos nuestra educación, aprendiendo a comprender y trabajar dentro del gran orden cósmico bajo la guía de seres celestiales.

    Con el tiempo, llegaremos a la sede del universo local, seguiremos hacia destinos posteriores y, finalmente, estaremos preparados para el largo viaje hacia el Paraíso. A lo largo de este viaje, el La inhabitación del Espíritu de Dios, conocido como el Ajustador del Pensamiento, trabaja incansablemente para guiarnos hacia la unión eterna con Dios. Esta fusión con el Ajustador del Pensamiento significa el logro personal más elevado en la carrera mortal, ya que marca el punto en el que las naturalezas humana y divina se unen plenamente.

    Nuestro viaje al Paraíso es una experiencia tanto individual como comunitaria. Los seres ascendentes viajan con otros de innumerables mundos, entablando relaciones y aprendiendo de seres de orígenes, experiencias y naturalezas diferentes. Estas experiencias profundizan nuestra comprensión de la universalidad de la familia de Dios y de la interconexión de toda la creación. El viaje es de profunda alegría y descubrimiento.

  • El Paraíso y la vida eterna

    Una de las enseñanzas más significativas de Jesús fue la promesa de la vida eterna, un concepto íntimamente ligado al viaje al Paraíso. Para Jesús, la vida eterna no era simplemente una existencia interminable, sino una relación dinámica y en constante expansión con el Padre. Enseñó que quienes buscan la voluntad de Dios y se alinean con la verdad divina seguirán creciendo, aprendiendo y experimentando.

    La vida eterna es el don concedido a todos los seres que eligen seguir el camino de la progresión espiritual. Es la aventura continua de descubrir niveles más profundos de verdad, belleza y bondad a medida que uno se acerca a la perfección del Paraíso. No es estático, sino que está lleno de nuevas oportunidades de servicio, exploración y crecimiento personal.

    En el Paraíso, los que han ascendido para alcanzarlo disfrutarán de la comunión directa con Dios, pero su viaje no termina ahí. Como finalistas, se nos asignarán nuevas tareas en el universo, ayudando a administrar los planes de Dios en todos los reinos de la creación. Nuestro trabajo al servicio del universo nos proporcionará una satisfacción infinita a medida que sigamos alineándonos con la voluntad divina.

    Jesús aseguró a sus seguidores que no estamos solos en nuestro camino espiritual. Nos recordó que el Padre está siempre con nosotros, guiándonos hacia el Paraíso a través de la presencia del espíritu que habita en nosotros. La promesa del Paraíso y de la vida eterna es la garantía definitiva de que el amor y el plan de Dios para cada persona son reales. Todos nosotros, por humildes que seamos, tenemos un lugar en el esquema divino de las cosas. Este mensaje de esperanza y propósito resuena en todas las enseñanzas de Jesús y sigue siendo fundamental en el camino espiritual de todos los que buscan seguir la voluntad de Dios.

Lecturas sugeridas de este ensayo

Colaboradores

MaryJo Garascia, Mike Robinson, Gary Tonge

Referencias y fuentes

  • 11:0.1 El Paraíso es la fuente de toda la energía espiritual, física y mental.
  • 12:7.9 El Paraíso está más allá del tiempo y del espacio, pero es el modelo de toda la creación.
  • 15:0.1 El Paraíso es el centro eterno del universo y de la creación.
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