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Discover Jesus \ Events \Jesús aconseja al joven rico
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Andrés presentó a Jesús a Matadormo, un rico miembro del Sanedrín. Aunque le invitó a vender sus posesiones y seguirle, dudó, perdiendo una oportunidad. Más tarde, lo hizo, pero aprendió que era el amor a la riqueza lo que impedía el crecimiento espiritual.
Andrés presentó a Jesús a Matadormo, un joven y rico miembro del Sanedrín, que buscaba la ordenación. Tras reafirmar su fe, Matadormo le pidió ser mensajero. Jesús, amándole profundamente, le retó a vender sus posesiones y dar a los pobres, prometiéndole un tesoro en el cielo. Incapaz de desprenderse de sus riquezas, Matadormo se marchó apenado, perdiendo la oportunidad de unirse a los Setenta discípulos.
Aunque más tarde obedeció el mandato de Jesús y se convirtió en tesorero de la iglesia de Jerusalén, ya era demasiado tarde para tener una comunión más estrecha con el Maestro. Jesús enseñó que la riqueza no es intrínsecamente mala, pero que el amor por ella puede obstaculizar el progreso espiritual. Enfatizó que el verdadero crecimiento requiere elección personal, no coerción, y condenó la explotación de los vulnerables.
Andrés presentó a Jesús a Matadormo, un joven rico y devoto del Sanedrín de Jerusalén, con la esperanza de que fuera ordenado. Después de aprender el Evangelio de Simón Pedro y los demás Los Doce Apóstoles, Matadormo solicitó la ordenación. Jesús le pidió que considerara detenidamente la decisión antes de proceder. A la mañana siguiente, Matadormo encontró a Jesús y le preguntó: "Maestro, quisiera saber de ti las garantías de la vida eterna. Jesús le contestó que, aunque guardar los mandamientos era bueno, la salvación requería fe, no sólo obras. Cuando Matadormo afirmó su creencia en el Evangelio, Jesús le dio la bienvenida como discípulo, pero el joven expresó su deseo de convertirse en mensajero.
Mirando a Matadormo con amor, Jesús le dijo: "Te tendré por uno de mis mensajeros si estás dispuesto a pagar el precio" Matadormo aseguró a Jesús: "Maestro, haré cualquier cosa con tal de que se me permita seguirte"."Jesús besó la frente del joven y le dijo: "Anda, vende todo lo que tienes y, cuando lo hayas repartido entre los pobres o entre tus hermanos, ven y sígueme, y tendrás un tesoro en el El Reino de los Cielos" El rostro de Matadormo se descompuso y se marchó apesadumbrado, incapaz de desprenderse de sus riquezas. Aunque Jesús no exigía a todos los discípulos que renunciaran a sus posesiones, los que aspiraban a convertirse en apóstoles o a formar parte de los setenta mensajeros necesitaban hacerlo. Jesús trató de liberar a Matadormo del amor a las riquezas, pero el joven aún no podía desprenderse de ellas.
Matadormo, educado en la creencia de que la riqueza era un signo del favor divino, luchaba con la idea de renunciar a ella. Jesús comprendió que si Matadormo hubiera renunciado a sus riquezas, probablemente le habrían vuelto a dar la administración de las mismas como tesorero de los setenta. Sin embargo, al aferrarse a sus riquezas, Matadormo perdió la oportunidad de una asociación más profunda con Jesús y los apóstoles. Años más tarde, tras el establecimiento de la iglesia de Jerusalén, Matadormo obedeció el mandato de Jesús, pero ya era demasiado tarde para unirse a los setenta. En su lugar, sirvió como tesorero de la iglesia de Jerusalén bajo el liderazgo de Santiago, el hermano de Jesús.
Jesús enseñó que ¿Qué dijo Jesús sobre la riqueza? no era una barrera para el reino de los cielos, pero el amor a la riqueza podía impedir el progreso espiritual. Aunque sólo exigió a los apóstoles y a los setenta que dedicaran todas sus posesiones a la causa, Jesús animó a los demás a una gestión financiera responsable. No condenó la riqueza sino la explotación de los vulnerables, subrayando que tal injusticia era incompatible con los ideales de la hermandad del reino. En última instancia, Jesús respetó el libre albedrío de individuos como Matadormo, sabiendo que el crecimiento espiritual requiere una elección personal y no puede ser forzado. Aunque Matadormo acabó eligiendo el camino correcto, su decisión tardía le costó la experiencia personal de seguir a Jesús durante su ministerio terrenal.