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¿Qué dijo Jesús sobre la riqueza? 

Jesús aconsejó a un romano sobre la gestión ética de la riqueza, abogando por la división según la justicia y la misericordia. Criticó la injusta distribución de la riqueza y su distracción espiritual, haciendo hincapié en la generosidad y la naturaleza transitoria de las riquezas materiales.

¿Qué dijo Jesús sobre la riqueza?
  • Resumen

    Jesús, al responder a la pregunta de un rico romano sobre la gestión de la riqueza, esbozó una filosofía integral que hacía hincapié en la administración, la equidad y las obligaciones morales que acompañan a la riqueza. Clasificó la riqueza en diez categorías: heredada, descubierta, comercial, injusta, por interés, por genio, accidental, robada, fiduciaria y ganada, y ofreció orientaciones específicas para cada una de ellas con el fin de garantizar una acumulación y distribución éticas. Jesús abogó por la justicia, la equidad y la generosidad, instando al hombre rico a administrar su riqueza centrándose en la mejora de la sociedad y las generaciones futuras, destacando la importancia de equilibrar la riqueza material con los valores espirituales.

    En sus enseñanzas, Jesús no condenó la riqueza en sí misma, sino que criticó la distribución injusta y la explotación asociadas a ella. La perspectiva de Jesús sobre la riqueza estaba arraigada en una visión de justicia social en la que los recursos materiales se gestionan como un medio al servicio de fines espirituales más elevados, abogando por una vida en la que la riqueza sirva como herramienta para el bien, no como un fin en sí misma.

  • Aconsejar al rico

    Durante su La gira de Jesús por el Mediterráneo en el año 23 d.C., un rico ciudadano romano y estoico se interesó mucho por las enseñanzas de Jesús. Tras numerosas conversaciones privadas, el hombre preguntó a Jesús qué haría con la riqueza si la tuviera. Jesús respondió: "Daría la riqueza material para mejorar la vida material, así como administraría el conocimiento, la sabiduría y el servicio espiritual para el enriquecimiento de la vida intelectual, el ennoblecimiento de la vida social y el avance de la vida espiritual. Administraría la riqueza material como un fideicomisario sabio y eficaz de los recursos de una generación para el beneficio y ennoblecimiento de la siguiente y sucesivas generaciones".

    Pero el hombre quería saber concretamente qué debía hacer con su considerable riqueza. Jesús creyó que su pregunta era sincera y le aconsejó sobre las responsabilidades de la riqueza. Le aconsejó que analizara las formas en que había adquirido su riqueza, citando las siguientes diez posibles fuentes de ingresos y cómo administrarlas.

    Riqueza heredada - riquezas derivadas de los padres y otros antepasados.Si usted es el custodio de la riqueza heredada, tiene el deber moral de transmitir la riqueza legítima a las generaciones futuras, deduciendo una parte justa para el presente. Abstente de perpetuar cualquier deshonestidad o injusticia ligada a la riqueza ancestral. Si alguna parte se adquirió mediante fraude, distribúyela según tu sentido de la justicia, la generosidad y la restitución. Administra el resto con responsabilidad, usando el discernimiento y el buen juicio al legar las riquezas a tus sucesores.

    Riqueza descubierta - riquezas derivadas de los recursos de la tierra.Quienes se benefician de los descubrimientos deben considerar su breve estancia en la tierra y esforzarse por compartir estos hallazgos para un bien mayor. Aunque merecen una recompensa, los descubridores no deben monopolizar egoístamente las ventajas obtenidas al descubrir los recursos de la naturaleza.

    Riqueza comercial: riqueza obtenida como beneficio justo en el intercambio y trueque de bienes materiales.En el mundo del comercio y el trueque, el beneficio justo y legítimo está justificado. Todo comerciante merece una compensación justa, y los principios de justicia, honestidad y equidad deben guiar todas las fuentes de riqueza. Los comerciantes honrados deben aplicar a sus ganancias las mismas normas que aplicarían a otros en transacciones similares.

    Riqueza injusta: riquezas derivadas de la explotación injusta o la esclavitud de los semejantes.Quienes conocen y buscan cumplir la voluntad divina no pueden dedicarse a la opresión de la riqueza. La verdadera nobleza rechaza la acumulación de riquezas mediante la esclavitud o la explotación injusta de los demás. La riqueza derivada del sufrimiento de individuos oprimidos está moralmente maldita y espiritualmente contaminada. Dicha riqueza debe devolverse a los perjudicados o a sus descendientes. Una civilización duradera no puede fundarse sobre la estafa a los trabajadores de sus legítimos ingresos.

    La riqueza legítima tiene derecho a unos intereses justos cuando se toma prestada o se presta. Asegúrate de que el capital que prestas es limpio (justo) antes de reclamar intereses. Evita la práctica de la usura (cobrar un tipo de interés irrazonablemente alto) y abstente de utilizar el poder del dinero para obtener una ventaja injusta sobre los demás. Resiste la tentación de cobrar usura, especialmente a un hermano en apuros económicos.

    Riqueza de genio: riquezas obtenidas gracias a las dotes creativas e inventivas de la mente humana. Si adquieres riqueza a través del genio y el talento inventivo, no reclames una parte injusta de las recompensas. Reconoce tu deuda con los antepasados, la progenie, la raza, la nación y las circunstancias. Trata a tus semejantes con justicia y equidad en la distribución de la riqueza. Si reconoces a los demás como hermanos y sigues los principios de justicia, honestidad e imparcialidad, podrás gestionar las recompensas económicas y la justicia social con imparcialidad.

    Riqueza accidental: riquezas derivadas de la generosidad de los semejantes o que tienen su origen en las circunstancias de la vida. Los individuos no deberían reclamar personalmente la riqueza que les llega a través del tiempo y el azar. Las riquezas accidentales son algo así como un fideicomiso, destinado a beneficiar al grupo social o económico de uno. Sin embargo, quienes poseen esa riqueza deben tener una voz significativa en su distribución sabia y eficaz. Los individuos civilizados no siempre consideran todo lo que controlan como posesiones personales y privadas.

    Riqueza robada: riquezas obtenidas mediante la injusticia, la deshonestidad, el robo o el fraude. Si alguna parte de tu fortuna procede del fraude, de prácticas deshonestas o de métodos injustos, devuelve inmediatamente esas ganancias mal habidas a sus legítimos propietarios. Haz enmiendas para limpiar tu fortuna de riquezas deshonestas.

    Fondos fiduciarios: riqueza depositada en tus manos por tus semejantes para un uso específico, ahora o en el futuro. Salvaguarda esta confianza y toma sólo lo que cualquier persona honesta te permitiría.

    Riqueza ganada - riquezas derivadas directamente de tu trabajo personal o de tus esfuerzos de mente y cuerpo.La parte de tu fortuna ganada mediante esfuerzos mentales y físicos justos y equitativos es genuinamente tuya. Tienes derecho a poseerla y utilizarla, siempre que su uso no perjudique a los demás.

    Por último, Jesús aconsejó a este rico romano que fuera un administrador justo de su fortuna, la dividiera en estas diez partes y administrara cada una de ellas según las leyes de la justicia, la equidad, la imparcialidad y la eficiencia. En caso de duda, inclínate por la consideración misericordiosa y desinteresada hacia los necesitados o los que se enfrentan a dificultades inmerecidas.

  • La actitud de Jesús ante la economía y la riqueza

    Jesús fue un hombre de su tiempo; vivió y trabajó en el mundo tal y como lo encontró, y no fue un reformador en el ámbito de la economía. Sin embargo, no veía con buenos ojos la injusticia relacionada con la distribución desigual de la riqueza. No estaba en contra de poseer riqueza y propiedades, pero sí de su injusta distribución. Aunque comprendía la necesidad de la justicia social y la equidad industrial, nunca ofreció reglas para alcanzarlas. Sin embargo, sí dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir".

    Jesús no se implicó directamente en los asuntos financieros de los Los Doce Apóstoles, salvo para distribuir limosnas. Sin embargo, denunció sistemáticamente la explotación injusta de los vulnerables por parte de los más poderosos e inteligentes, afirmando que tal maltrato contradecía los ideales de fraternidad del reino celestial.

  • Otros consejos de Jesús sobre la riqueza

    La verdadera vida no se mide por las posesiones. La ¿Por qué algunas personas son más felices que otras? y la alegría no proceden únicamente de la riqueza, que, en sí misma, no es una maldición. Sin embargo, el amor a las riquezas puede cegar ante las realidades espirituales y las alegrías del reino de Dios.

    Jesús compartió la Reparto de la herencia que se centraba demasiado en la riqueza material, que es temporal, pero descuidaba los tesoros espirituales, que son eternos. Al final, perdió tanto su vida como todas sus riquezas a manos de ladrones, enfatizando la importancia de ser rico hacia Dios y las realidades eternas. "¿De qué os servirá ganar el mundo entero si perdéis vuestra alma?".

    Poseer riqueza honrada no es pecado, pero se convierte en pecado cuando las posesiones materiales desvían tu atención de las búsquedas espirituales. La riqueza honrada es aceptable si tu verdadero tesoro está en el cielo, alineando tu corazón con valores más elevados. La distinción clave radica en si la riqueza conduce al egoísmo o se gestiona con un espíritu de mayordomía y generosidad.

    Jesús nos recordó que toda riqueza es temporal. Con demasiada frecuencia, el amor al dinero hace difícil ver las cosas espirituales o incluso las destruye. Es importante reconocer el peligro de que la riqueza se convierta en nuestro amo en lugar de nuestro siervo.

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Cronología

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  • Jesús

    Hijo de Dios, Hijo del Hombre. Hijo Creador del Universo.

Colaboradores

MaryJo Garascia, Mike Robinson, Gary Tonge

Referencias y fuentes

  • 132:5.1 Aconsejando al hombre rico.
  • 140:8.15 La actitud económica de Jesús.
  • 163:2.11 Jesús denunció la explotación injusta de los débiles.
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