Descubre a Jesús \ Tema \¿Por qué sufrimos?
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Jesús explica que el sufrimiento humano se deriva de la alteración del orden natural, de las elecciones personales y del estado de la civilización, no como un castigo divino arbitrario, sino como parte del complejo tapiz de la vida.
Jesús abordó la desconcertante cuestión del sufrimiento y la aflicción humanos. Sus profundas reflexiones desentrañan la complejidad de los motivos por los que las personas experimentan dolor y penurias, y sugieren que el sufrimiento suele ser consecuencia de la alteración del orden natural, de las decisiones humanas y del estado de desarrollo de la civilización. De manera significativa, Jesús aclara que el sufrimiento no es un castigo arbitrario de Dios, sino parte de un intrincado tapiz más amplio de la vida.
Durante un período de cinco meses de formación de los Los Doce Apóstoles, de mayo a octubre del año 28 de nuestra era, Nathaniel preguntó a Jesús: "Maestro, aunque empiezo a comprender por qué te niegas a practicar la curación indiscriminada, sigo sin entender por qué el Padre amoroso del cielo permite que tantos de sus hijos en la tierra sufran tantas aflicciones."
En respuesta a la pregunta, Jesús señaló que el estado del mundo natural se había visto significativamente afectado por acontecimientos históricos, incluidas las acciones rebeldes de ciertos seres, que habían introducido perturbaciones y desequilibrios. Estas perturbaciones requieren un tiempo considerable para rectificarse, y la humanidad, que vive en este entorno alterado, experimenta las repercusiones en forma de diversas aflicciones.
Jesús subrayó además que Dios no aflige a sus hijos a propósito. Los seres humanos se causan a sí mismos sufrimientos innecesarios como resultado de su persistente negativa a seguir los mejores caminos de la voluntad divina. La aflicción es inherente al mal, pero gran parte de ella ha sido causada por el pecado y la iniquidad. En este mundo han ocurrido muchos acontecimientos insólitos, y no es de extrañar que las personas se queden perplejas ante las escenas de sufrimiento y aflicción que ven. Sin embargo, una cosa es cierta: el Padre no envía aflicción como castigo arbitrario por haber obrado mal. Las personas no deben culpar a Dios por las consecuencias naturales de la vida que eligen vivir, ni deben quejarse de las experiencias que forman parte de la vida. La voluntad del Padre es que los seres humanos trabajen con perseverancia y constancia para mejorar su situación en la tierra.
Jesús también abordó las ideas erróneas más comunes sobre el sufrimiento, utilizando la Discurso sobre Job - La incomprensión del sufrimiento como ejemplo clave. La historia de Job demuestra que la riqueza material y la prosperidad no equivalen necesariamente al favor divino. El sufrimiento no siempre es un castigo directo por el pecado, sino que puede servir de catalizador para un profundo crecimiento personal y una iluminación espiritual.
La experiencia de Job ilustra que el sufrimiento puede llevar a las personas a ascender a un nivel superior de comprensión espiritual. A pesar del colapso de sus construcciones teológicas, Job alcanzó un estado mental en el que pudo expresar sinceramente su humildad y obtener una visión transformadora de Dios. Esta historia es un poderoso testimonio del potencial del sufrimiento incomprendido o inexplicado para elevar la visión moral y espiritual de una persona.
A lo largo de su ministerio, Jesús se enfrentó a diversas formas de enfermedad y aflicción. Su respuesta no fue sólo la curación física, sino también el consuelo y la iluminación espirituales. Jesús subrayó la importancia de considerar la unión del cuerpo, la mente y el espíritu a la hora de abordar el sufrimiento humano.
Su enfoque de la curación iba más allá de las meras dolencias físicas e incluía el tratamiento de las luchas mentales, emocionales y espirituales. En su época, muchos de estos problemas se interpretaban erróneamente como posesión por espíritus malignos. Jesús aclaró que, tras su Ascensión de Jesús, la venida de Otorgamiento del Espíritu de la Verdad desempeñaría un papel crucial en el alivio de gran parte del sufrimiento humano, ofreciendo así una nueva dimensión de comprensión y consuelo.
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