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El sermón de la época 

Abril 30, 29 CE (Sábado)

Durante este acalorado sermón en Cafarnaún, Jesús hizo hincapié en los valores espirituales por encima de las ganancias materiales, expulsando a un espíritu maligno en medio de las disputas y refutando las acusaciones de colaboración del diablo. A pesar de las peticiones de señales, insistió en discernir la verdad.

El sermón de la época
  • Resumen

    El Sermón de la Época marcó un hito en la vida de Jesús y de sus seguidores. Durante este acontecimiento transformador en Cafarnaún, Jesús pronunció un sermón que destacaba los principios espirituales por encima de las ganancias materiales. En medio de acaloradas discusiones, respondió a los desafíos, expulsando un espíritu maligno de un joven con problemas. Frente a las acusaciones de connivencia con los demonios, Jesús refutó las afirmaciones y advirtió sobre las consecuencias de atribuir obras divinas a fuerzas malignas. A pesar de las peticiones de señales, Jesús insistió en la importancia de discernir la verdad de las tinieblas. Los apóstoles, asombrados por el cambio de actitud de Jesús, le acompañaron de vuelta a Betsaida, reflexionando sobre las profundas implicaciones de los acontecimientos del día.

  • El preludio

    Una época es un acontecimiento memorable, que normalmente marca el comienzo de un nuevo período o desarrollo. Este cambio culminó en Cafarnaúm un hermoso sábado por la tarde, cuando Jesús fue a la sinagoga a predicar.

    Durante este memorable acontecimiento en Cafarnaúm, Jesús pronunció un sermón en la sinagoga en medio de una congregación llena de fluctuaciones emocionales. Anteriormente, sus seguidores habían experimentado una serie de altibajos, desde presenciar la milagrosa Jesús da de comer a los cinco mil hasta imaginar un reino bajo su dominio y la destrucción de sus enemigos. Sin embargo, Jesús El episodio del rey, haciendo hincapié en una comprensión diferente.

    El brusco cambio de perspectiva dejó atónita a la multitud, y algunos se marcharon descorazonados. Reflexionando sobre la situación, Jesús meditó sobre el impacto de su mensaje y la posibilidad de que fuera malinterpretado. Sus discípulos, igualmente descorazonados, presintieron que se acercaba un período de confusión, anticipando un momento crucial que distinguiría a los verdaderos seguidores de los que vacilaban en su compromiso.

    Comprendiendo la necesidad de que los individuos tomen decisiones definitivas en tiempos de crisis, Jesús guió a sus seguidores a través de pruebas y derrotas, impartiéndoles valiosas lecciones que fortalecieron su fe. A pesar del error inicial de los discípulos respecto a su identidad como rey profetizado, se mantuvieron firmes en su compromiso de seguir a Jesús, independientemente del resultado final.

    En la sinagoga, cuando Jesús se enfrentó a los Fariseos, Saduceos y agentes de Herodes Antipas, empleó una metafórica "espada de la verdad" para cuestionar su interpretación del Conceptos del Mesías esperado. Reiterando las limitaciones de los métodos materiales para facilitar la transformación espiritual, subrayó su identidad como "pan del cielo", distinto del sustento temporal proporcionado en el desierto.

    Este momento crucial marcó una fase crítica en la vida de Jesús, iniciando un viaje caracterizado por continuas pruebas y revelaciones espirituales para sus devotos discípulos.

  • El sermón

    Jesús comenzó con lecturas conmovedoras de la ley. Del Deuteronomio, las consecuencias del pueblo que no escucha la voz de la verdad, y la larga lista de sufrimientos que le siguen. Luego pasó a los Profetas y leyó a Jeremías, a quien los sacerdotes y maestros trataron de matar por hablar el mensaje de Dios. Jesús, después de citar estos precedentes exactos, se dirigió a los actuales sumos sacerdotes y líderes religiosos, preguntándoles si ellos también buscarían la muerte de alguien que proclama las palabras de Dios y señala sin miedo a los líderes que se niegan a dejar entrar la luz que ayuda a los que buscan el camino del cielo.

    Luego se dirigió a la multitud, preguntándoles qué más pruebas necesitaban de él. Les instó a tomar una decisión, comparando su situación con la elección que Josué presentó a sus antepasados. Jesús reprendió a algunos por no buscar en él la iluminación espiritual sino la ganancia material, subrayando que su misión era traer la libertad espiritual, la verdad eterna y una fe nutritiva. Les advirtió que no buscaran riquezas materiales y les animó a buscar el sustento del espíritu. Jesús se proclamó a sí mismo como el pan de vida, asegurando que creer en él colmaría su hambre y sed espirituales. Subrayó que estaba en la tierra para hacer la voluntad del Padre y ofrecer la vida eterna a todos los que creyeran en él.

    Al hacer Jesús una pausa, un miembro del Sanedrín replanteó las palabras de Jesús en forma de pregunta: "¿Te he entendido decir que tú eres el pan que desciende del cielo, y que no lo era el maná que Moisés dio a nuestros padres en el desierto?" Jesús respondió que había entendido bien. Perplejo, el fariseo replicó: "Pero, ¿no eres tú Jesús de Nazaret, hijo de José, el carpintero? ¿Acaso tu padre y tu madre, así como tus hermanos y hermanas, no son bien conocidos por muchos de nosotros? ¿Cómo, pues, te presentas aquí, en la casa de Dios, y declaras que has bajado del cielo?" Antes de que se armara un alboroto, Jesús animó a la paciencia, señalando que la verdad nunca sufre un examen honesto. "Yo soy todo lo que decís, y más".

    Jesús explicó que Dios el Padre y él, el Hijo, son uno. Volvió a referirse a los Profetas: Todos seréis enseñados por Dios. Aquellos a quienes Dios el Padre enseñe escucharán también a su Hijo. A continuación, explicó que el espíritu del Padre desciende del cielo y vive en cada uno de nosotros como un La inhabitación del Espíritu de Dios. El Hijo que baja del cielo ha visto ciertamente al Padre. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron maná en el desierto y están muertos. Su naturaleza combinada fue su revelación vivificante al mundo y su don salvador a todas las naciones.

    Cuando el jefe de la sinagoga despidió a la congregación, nadie quiso marcharse. Era como un profesor que trabaja en un proyecto avanzado y lo explica a una clase universitaria abrumada. Muchas preguntas venían a la mente, deseando respuestas. Algunos se apiñaban y discutían entre sí. Jesús se quedó discutiendo estos temas durante tres horas más.

  • Las consecuencias y el milagro

    Jesús había utilizado la comparación de Moisés dando pan material para comer, a sí mismo como uno que ahora otorga alimento espiritual, ya que vino a la tierra en la carne para llevar a los hombres a Dios. Nadie esperaba, ni deseaba especialmente, un líder espiritual. Así que, entre sus perplejos discípulos y los incrédulos, que no dejaban de buscar culpables, la primera pregunta que se hacían era literal: "¿Cómo podemos comer tu carne y beber tu sangre?" Si la respuesta de Jesús se hubiera grabado con exactitud, y tuviéramos una mentalidad menos materialista, entenderíamos mejor la comparación que Jesús hizo con Moisés, ya que ambos proporcionaban lo que el pueblo necesitaba. Jesús afirmó: "No podéis comer mi carne ni beber mi sangre, pero podéis llegar a ser uno en espíritu conmigo, como yo soy uno en espíritu con el Padre."

    Uno de los espías de Jerusalén declaró entonces que Jesús y sus apóstoles no se lavaban las manos antes de comer, transgrediendo así la ley. Jesús observó que utilizaban esas mismas leyes para eludir el mandamiento de cuidar de la madre y del padre. Establecieron sus propias leyes para reemplazar las leyes de Dios. Jesús continuó exponiendo la insensatez del sistema rabínico de normas y reglamentos, que se consideraba más sagrado que las Escrituras. Jesús percibió que no podía hacer nada para evitar la ruptura de su relación con los líderes religiosos. Estos fariseos estaban ahora seguros de que Jesús debía ser apresado y acusado por hablar en contra de sus leyes y tradiciones.

    Durante otra discusión después de la reunión, un fariseo llevó a Jesús a un joven atribulado, preguntándole si podía expulsar demonios. Jesús, movido a compasión, tomó al joven de la mano, ordenó al espíritu maligno que se marchara y encargó a uno de sus fieles seguidores que se asegurara de que no volviera. Este fue el primer caso en que Jesús expulsó un espíritu maligno de un ser humano, lo que lo distingue de otros casos anteriores de supuesta posesión.

    Tras este milagro, un fariseo se levantó y le acusó de colaborar con los demonios. Afirmó que Jesús y los espíritus malignos estaban confabulados, advirtiendo a la multitud que se mantuviera alejada de él. En respuesta, Jesús desafió la lógica del fariseo, cuestionando cómo Satanás podía expulsar a Satanás sin causar el colapso de su propio reino. Enfatizó que su capacidad de expulsar demonios era una manifestación del reino de Dios.

    Jesús lanzó entonces una severa advertencia a los que atribuían las obras de Dios a los demonios, declarando que tal blasfemia deliberada nunca sería perdonada. Invitó a la gente a elegir entre la voluntad del Padre y los caminos de las tinieblas, subrayando la importancia de que las acciones de cada uno reflejen su verdadera naturaleza. Otro fariseo pidió una señal para establecer la autoridad de Jesús, pero éste se negó, afirmando que no daría ninguna señal si no se marchaba de entre ellos.

    Los apóstoles, sorprendidos por el repentino cambio en el estilo de enseñanza de Jesús, lo escoltaron en silencio de vuelta a Betsaida, sintiéndose a la vez asombrados y algo aterrorizados por el giro de los acontecimientos.

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  • Jesús

    Hijo de Dios, Hijo del Hombre. Hijo Creador del Universo.

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  • Cafarnaún

    Residencia de Jesús tras abandonar Nazaret.

Colaboradores

Gregg Tomusko, Mike Robinson, Gary Tonge

Referencias y fuentes

  • 152:3.1 El llamamiento a hacerle rey.
  • 152:3.3 La multitud se aleja.
  • 153:0.2 Calma antes de la tempestad.
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