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Juan el Bautista en la cárcel 

Junio 12, 26 CE

Juan fue encarcelado por Herodes Antipas en el año 26 EC, soportando más de dieciocho meses de confinamiento y pruebas espirituales. A pesar de los desafíos a su fe y de oír hablar de los éxitos de Jesús, Juan profetizó y reafirmó su misión antes de su muerte.

Juan el Bautista en la cárcel
  • Resumen

    Juan el Bautista fue arrestado por Herodes Antipas y encarcelado el 12 de junio del año 26 de nuestra era. Pasó más de un año y medio sufriendo su pérdida de libertad y la pérdida del entorno natural que amaba. Cuando no se hizo nada para liberarlo, la fe de Juan fue puesta a prueba; su fe en Jesús, su fe en su propia misión e incluso su fe en Dios.

    Cuando algunos de sus seguidores vinieron a visitarle, parecían acosar a Juan, hablándole de las exitosas actividades públicas de Jesús mientras él languidecía en prisión. Pero Juan se mantuvo firme en su defensa de Jesús y expresó elocuentemente su alegría por haber podido ser el heraldo de este mensajero de Dios. Habló sin pensar realmente y más tarde se dio cuenta de que había pronunciado una profecía.

    Jesús amaba a Juan y era consciente del calvario que éste estaba sufriendo, pero también sabía lo que le esperaba en el otro mundo. Decidió no interferir en las consecuencias naturales del resto de la vida y la muerte de Juan. Poco antes de su muerte, Juan recibió un mensaje de Jesús que lo animó mucho y que estabilizó su fe, preparándolo para su muerte inminente.

  • Juan el Bautista en la cárcel

    Juan sufrió un calvario solitario y amargo durante su estancia en prisión. Sólo unos pocos de sus seguidores podían visitarle. A pesar de su anhelo por ver a Jesús, tuvo que conformarse con los relatos de segunda mano de sus actividades, procedentes de aquellos discípulos que habían abrazado la creencia en el Hijo del Hombre. Se esforzaba por comprender por qué, si Jesús era realmente el Conceptos del Mesías esperado, no había intervenido para rescatarlo de su agonizante cautiverio. A veces dudaba de Jesús y de su misión. Soportar más de un año y medio en un duro entorno carcelario puso a prueba enormemente a este hombre de naturaleza; su fe y su lealtad a Jesús fueron difíciles de mantener. Fue una profunda prueba de fe para Juan, que se extendió incluso a su creencia en Dios. En numerosas ocasiones estuvo tentado de cuestionar la autenticidad de su propia vocación y de sus experiencias espirituales.

    Tras pasar varios meses en prisión, un grupo de Discípulos de Juan el Bautista le visitó. Le pusieron al corriente de las actividades públicas de Jesús, comentando: "Ya ves, Maestro, que el que estaba contigo en el alto Jordán prospera y recibe a todos los que acuden a él. Incluso celebra banquetes con publicanos y pecadores. Juan respondió a sus amigos: "Este hombre no puede hacer nada si no se lo ha concedido su Padre que está en los cielos. Bien recordáis que dije: 'Yo no soy el Mesías, sino uno enviado antes para prepararle el camino'. Y así lo hice. El que tiene la novia es el novio, pero el amigo del novio que está cerca y lo oye se alegra mucho por la voz del novio. Así pues, se cumple mi alegría. Él debe aumentar, pero yo debo disminuir. Yo soy de esta tierra y he declarado mi mensaje. Jesús de Nazaret desciende a la tierra desde el cielo y está por encima de todos nosotros. El Hijo del hombre ha descendido de Dios, y las palabras de Dios os declarará. Porque el Padre que está en los cielos no da el espíritu por medida a su propio Hijo. El Padre ama a su Hijo y en el presente pondrá todas las cosas en manos de este Hijo. El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Y estas palabras que yo digo son verdaderas y permanentes".

    Los discípulos quedaron estupefactos ante la proclamación de Juan, hasta el punto de que se marcharon en silencio. Juan mismo se sintió profundamente conmovido, comprendiendo que había pronunciado una profecía. A partir de entonces, nunca vaciló en su fe en la misión y la divinidad de Jesús. Sin embargo, a Juan le dolió mucho que Jesús no le enviara un mensaje, no lo visitara y no utilizara su extraordinario poder para liberarlo de la prisión. Sin embargo, Jesús era plenamente consciente de estas circunstancias. Aunque sentía un profundo afecto por Juan, comprendía su propia naturaleza divina, que le permitía ver los importantes acontecimientos que le esperaban a Juan cuando dejara este mundo. Consciente de que la misión terrenal de Juan había concluido, Jesús se abstuvo de intervenir en la progresión natural de la vida del estimado predicador.

    El prolongado periodo de incertidumbre en prisión se hizo insoportable para Juan. Pocos días antes de su muerte, volvió a enviar mensajeros de confianza a Jesús, preguntándole: "¿Ha terminado mi trabajo? ¿Por qué languidezco en la cárcel? ¿Eres realmente el Mesías, o debemos buscar a otro?".

    En respuesta a estas preguntas, el Maestro dio instrucciones a los mensajeros, diciendo: "Volved a Juan y decidle que no me he olvidado, sino que me sufra también esto, pues nos conviene cumplir toda justicia. Decid a Juan lo que habéis visto y oído: que a los pobres se les anuncian buenas nuevas; y, finalmente, decid al amado heraldo de mi misión terrestre que será abundantemente bendecido en el siglo venidero si no encuentra ocasión de dudar y tropezar conmigo" Este mensaje trajo gran consuelo a Juan, fortaleciendo significativamente su fe y preparándole para su Muerte de Juan el Bautista, que no tardó en llegar.

Lecturas sugeridas de este ensayo

Personas relacionadas

  • Zacarías

    Padre de Juan el Bautista y esposo de Isabel.

  • Gabriel

    Jefe ejecutivo de nuestro universo local.

  • Herodes Antipas

    Hijo de Herodes el Grande, gobernante de Galilea y Perea.

Colaboradores

MaryJo Garascia, Mike Robinson, Gary Tonge

Referencias y fuentes

  • 135:11 Juan el Bautista en prisión.
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