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Discover Jesus \ Events \Análisis del sermón de ordenación
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El "Sermón de la Montaña" fue el encargo de Jesús a sus apóstoles, pero sigue siendo pertinente como encargo personal para vivir y difundir el Evangelio.
El "Jesús ordena a sus Doce Apóstoles" no es el evangelio de Jesús. Aunque ofrece enseñanzas valiosas, sirvió como encargo de ordenación de Jesús a los Los Doce Apóstoles. Pero es relevante incluso hoy en día como un encargo personal del Maestro a aquellos que difundirían el Evangelio y se esforzarían por representarle tal y como él representó a su Padre de forma bella e impecable. Es una filosofía de vida magistral que contiene muchas verdades e ideas para la vida diaria.
Este ensayo servirá para examinar los elementos del trascendental sermón de Jesús para utilizarlos como medio práctico de trasladar el encargo del Maestro a nuestra vida cotidiana, mientras nos esforzamos por ser buenos representantes y testigos de su bondad.
El Sermón de la Ordenación, y en particular las Bienaventuranzas, se mostrarán como actitudes que se basan en el amor y la fe, más que en la ley. Son una gran lección para descubrir las delicias de demostrar el amor paterno: devolver bien por mal.
"Vosotros sois la sal de la tierra, sal de sabor salvífico. Pero si esta sal se desvaneciere, ¿con qué se salará? Ya no sirve para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres".
En tiempos de Jesús, la sal tenía un valor inmenso e incluso se utilizaba como moneda. Curiosamente, el término moderno "salario" tiene su origen en la palabra "sal", lo que refleja la importancia histórica de la sal como mercancía valiosa. La sal era un recurso precioso e indispensable en la antigüedad.
"Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una vela para ponerla debajo de un celemín, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos."
Aunque la luz tiene el poder de eliminar las tinieblas, también puede ser abrumadora si es demasiado brillante. Se nos anima a dejar que nuestra luz brille de forma que guíe a los demás hacia formas de vida mejores y más piadosas, sin llamar la atención únicamente sobre nosotros mismos. Incluso la vocación que hemos elegido puede reflejar y difundir la luz de la vida a quienes nos rodean.
El desinterés es la marca de la verdadera grandeza humana. La cumbre del autodescubrimiento se alcanza a través de la adoración y el servicio. Una persona satisfecha y eficaz no se mueve por el miedo a hacer el mal, sino por el amor a hacer lo correcto.
La personalidad es inmutable; es el carácter moral el que evoluciona y crece a través del cambio. El principal defecto de muchas religiones modernas reside en su tendencia al negativismo. El valor moral no puede surgir únicamente de la represión y de prohibiciones como "No harás"; el miedo y la vergüenza no son buenas motivaciones para una auténtica vida religiosa. La verdadera validez de cualquier religión se encuentra en su revelación de la paternidad de Dios y su promoción de la hermandad de toda la humanidad.
Nuestra propia y única comprensión del cosmos celestial, junto con nuestras respuestas emocionales totales a nuestras condiciones sociales y económicas, nos ayudarán a elaborar una filosofía de vida acertada. Aunque los impulsos heredados nunca podrán eliminarse, nuestras respuestas emocionales a esos impulsos pueden transformarse, permitiendo así modificaciones en nuestra naturaleza moral y mejoras en nuestro carácter.
A medida que fortalecemos nuestro carácter, nuestras respuestas emocionales se integran y coordinan armoniosamente, dando lugar a la aparición de una personalidad integrada y unificada. Por el contrario, la falta de integración debilita la naturaleza moral y da lugar a sentimientos de descontento e infelicidad.
Si no tenemos una meta significativa y que valga la pena, la vida puede volverse sin propósito e insatisfactoria, lo que conduce a una considerable infelicidad. El discurso de Jesús durante la ordenación de los doce presenta una profunda filosofía de vida. Animó a sus seguidores a practicar una fe experimental, haciendo hincapié en que no debían confiar únicamente en el acuerdo intelectual, la credulidad o la obediencia ciega a la autoridad establecida.
La educación debe servir para aprender y descubrir métodos más eficaces de satisfacer nuestros deseos naturales e innatos. La felicidad resultante viene con el tiempo, de un efecto acumulativo de estas formas mejoradas de encontrar la satisfacción emocional. Aunque un entorno agradable puede contribuir a la felicidad, la verdadera satisfacción no depende únicamente de factores externos o del entorno. Se forma principalmente por el conocimiento y la aplicación de técnicas mejoradas para la salud emocional y la satisfacción.
Todo ser humano desea profundamente llegar a ser íntegro y perfecto, como es perfecto el Padre que está en los cielos. La realización de esta aspiración es alcanzable porque, en última instancia, el "universo es verdaderamente paternal".
Desde el Sermón de la Montaña hasta el discurso de la La Última Cena, Jesús impartió enseñanzas a sus seguidores que les animaban a expresar una forma superior de amor: Amor paterno y fraterno, en lugar del mero amor fraterno. El amor fraterno significa amar al prójimo como a uno mismo, lo que sería un cumplimiento satisfactorio de la "regla de oro"; sin embargo, el afecto paterno va más allá y exige que ames a tus semejantes como Jesús te ama a ti. Hace hincapié en un amor más profundo, desinteresado y compasivo, que refleja el amor y el cuidado de un padre por sus hijos.
Jesús nos comprende y sabe que no siempre podemos alcanzar el amor fraterno perfecto, pero nos pide que hagamos un esfuerzo sincero por reflejar la perfección de Dios en nuestras vidas e intentemos amar a nuestros semejantes como él los ama: mostrar a todas las personas un afecto paterno. En su sermón relacionó este concepto con nuestra vida cotidiana a través de cuatro actitudes de fe que son un preludio a la realización de las actitudes paternales
Estas bienaventuranzas fortalecen el carácter moral y crean felicidad interior. Son lo contrario del miedo y la ira, que destruyen la felicidad.
"Para un niño, la felicidad es la satisfacción inmediata de los deseos y la búsqueda del placer. Pero cuando maduramos, estamos dispuestos a posponer la gratificación instantánea para experimentar una felicidad mayor y más duradera en el futuro.
Los pobres de espíritu aspiran al crecimiento espiritual más que a la riqueza material y buscan una conexión más profunda con Dios. Estos buscadores de la verdad no tienen que esperar recompensas lejanas; encuentran el El Reino de los Cielos dentro de sus corazones y experimentan la felicidad ahora. Su búsqueda de objetivos espirituales les aporta una sensación de plenitud y alegría que trasciende las posesiones materiales y los logros mundanos.
"Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados "Sólo los que se sienten pobres de espíritu tendrán hambre de justicia. Sólo los humildes buscan la fuerza divina y anhelan el poder espiritual. Abrazar el crecimiento espiritual a través de una profunda conexión con Dios es muy beneficioso. Y este tipo de vida moral es un placer, más que un deber. El amor de Jesús es dinámico, paternal y fraternal. Siempre es positivo.
"La verdadera mansedumbre está arraigada en una alineación armoniosa con la voluntad divina: "Hágase tu voluntad", y engloba cualidades de paciencia y tolerancia, impulsadas por una creencia inquebrantable en un cosmos justo y benevolente. Esta auténtica mansedumbre capacita a las personas para superar las tentaciones que podrían apartarlas de la guía divina. Jesús, el modelo de mansedumbre en la tierra, heredó un universo magnífico al encarnar estas virtudes. Su vida sirve de inspiración y demuestra las recompensas de adoptar una postura mansa y cooperativa con las fuerzas divinas.
"La pureza espiritual es un atributo positivo, libre de sospechas y deseos de venganza. Cuando Jesús habló de la pureza, no se limitó a abordar las actitudes humanas hacia el sexo. En cambio, hizo hincapié en la fe que se debe tener en el prójimo. Este tipo de fe permite a las personas amar a los demás con el mismo afecto y cuidado que un padre tiene por sus hijos. El amor de un padre auténtico no consiente ni excusa las malas acciones, pero permanece desprovisto de toda sospecha. Posee un propósito claro y devoto, buscando siempre lo mejor en los demás: la verdadera encarnación de la actitud de un padre que nutre.
Al llegar a conocer al Padre a través de este viaje espiritual, tu La filiación con Dios se afirma, proporcionando un fuerte sentido de seguridad en tu relación con lo divino y su espíritu guía dentro de ti. En consecuencia, tu capacidad de amar a tus semejantes se amplía, no sólo como hermano o hermana con amor fraternal, sino también con afecto paternal, un amor compasivo y nutritivo que es una experiencia transformadora.
Los niños poseen una confianza natural que los padres deben valorar y alimentar. Hay que tratar a los niños con honestidad; hay que evitar cualquier forma de engaño. Y nunca plantar semillas de sospecha en sus mentes. Guíe a los niños sabiamente a la hora de elegir sus modelos de conducta y sus trayectorias vitales. Anímeles a elegir héroes que encarnen virtudes dignas de emular y apóyeles en la exploración de posibles tareas vitales que encajen con sus intereses y pasiones.
Jesús presentó a sus apóstoles una norma más elevada que la de amar al prójimo como a sí mismos. Les animó a ir más allá del amor fraterno: a amar a los demás como él les había amado, con un afecto que combinaba el paterno y el fraterno. Para ejemplificar este profundo amor, destacó cuatro expresiones supremas de amor paterno:
"Jesús habló de un tipo diferente de duelo: el que implica una actitud emocional de ternura, no muestras externas de dolor. Es un grave error enseñar a los jóvenes que mostrar ternura o sentimientos emocionales es poco masculino. Tanto los hombres como las mujeres pueden poseer simpatía, y no se requiere un corazón duro para ser considerado varonil. Crear hombres valientes implica abrazar la sensibilidad y la capacidad de respuesta a las necesidades humanas. Algunos de los hombres más grandes de la historia, como Moisés, no tuvieron miedo de llorar. Moisés fue un líder superior comparado con Sansón o Goliat. Adoptar actitudes compasivas conduce a una felicidad genuina y duradera, al tiempo que protege el alma de influencias negativas como la ira, el odio y la sospecha.
"Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia". Aunque la misericordia puede ser a veces pasiva, en este caso es activa y dinámica, y refleja la esencia del amor paternal supremo. A un padre afectuoso le resulta fácil perdonar a su hijo, incluso repetidamente. En un niño intacto, la inclinación innata a aliviar el sufrimiento surge de forma natural. Y los niños suelen desarrollar la bondad y la simpatía una vez que pueden comprender y apreciar las circunstancias de la vida real.
"La paz que ofrece Jesús no es pasiva ni negativa; es una paz profunda y transformadora. Incluso ante las pruebas y las persecuciones, dejó su paz como regalo a sus seguidores, diciendo: "No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" Esta paz es lo suficientemente poderosa como para evitar conflictos destructivos. Aporta armonía a la personalidad, fomenta la unidad social disipando el miedo, la codicia y la ira, y promueve la estabilidad política erradicando los antagonismos raciales, los recelos nacionales y la amenaza de guerra. La pacificación es el antídoto contra la desconfianza y el recelo.
Los niños tienen una inclinación natural a actuar como pacificadores. Les gusta trabajar en equipo y jugar juntos. Como dijo una vez el Maestro: "Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien quiera perder su vida, la encontrará", sugiriendo que la verdadera realización y la paz se encuentran en el desinterés y en el trabajo por el bienestar de los demás.
"Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Es cierto que las personas pacíficas pueden sufrir persecución, pero los jóvenes y los adultos valientes no deben evitar las dificultades ni los peligros. Como dijo Jesús: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos", y un amor paterno puede abrazar libremente tales sacrificios, que pueden estar más allá de la capacidad del amor fraterno. A lo largo de la historia, el progreso ha surgido como el resultado final de hacer frente a la persecución.
Los niños están naturalmente deseosos de asumir retos y aceptar desafíos. Es crucial que todos los niños aprendan el valor del sacrificio desde una edad temprana. Al comprender la importancia de los actos desinteresados y la valentía, los niños pueden convertirse en personas que contribuyan a un mundo mejor y progresista.