Naín y el hijo de la viuda 

Se había desatado un frenesí en torno a Jesús entre la gente de Galilea. Todos recordaban los sucesos de Jesús asiste a las bodas de Caná y la La curación al atardecer. Cuando Jesús viajaba a Naín, en marzo del año 28 de nuestra era, le seguía una gran multitud de curiosos y creyentes. Muchas personas que sufrían de trastornos mentales y emocionales llegaron a la presencia de Jesús en ese momento y regresaron a sus hogares, anunciando que Jesús los había sanado.

Al entrar en la ciudad de Naín, un cortejo fúnebre se dirigía hacia el cementerio llevando al hijo único de una viuda del pueblo. Ella era muy conocida, por lo que casi todo el pueblo estaba presente. Cuando el cortejo fúnebre se encontró con Jesús, lo reconocieron, y la viuda le preguntó si podía resucitar a su hijo. Para entonces, la gente pensaba que Jesús podía hacer cualquier cosa, incluso resucitar a los muertos.

Jesús fue hasta donde estaba el niño en la plataforma funeraria; levantó la cubierta y examinó al niño, sólo para descubrir que el niño no estaba muerto en absoluto. Comprendió que dejar que la madre creyera que su hijo había muerto crearía una tragedia peor, así que le dijo: "No llores. Tu hijo no está muerto; duerme. Tomó la mano del joven y le dijo: "Despierta y levántate", y el muchacho se incorporó y empezó a hablar.

Jesús trató de explicar a todos los presentes que el muchacho no había estado muerto, pero sus esfuerzos fueron en vano. Las personas que presenciaron esta escena estaban convencidas de que se había producido un milagro de resurrección, y estaban en un frenesí emocional. Muchos estaban asustados, otros presas del pánico, y muchos recurrieron a la oración y al llanto por sus pecados. Pasó mucho tiempo después de la noche antes de que la gente regresara a sus casas. Y aunque Jesús repetía una y otra vez que no había resucitado al niño, la gente pensó que sólo estaba siendo modesto en sus milagros.

La historia del hijo de la viuda se repitió por toda Galilea, y muchos de los que oyeron hablar de ella la creyeron. Jesús ni siquiera pudo hacer creer la verdad a sus apóstoles. Pero los convenció hasta el punto de que la historia quedó fuera de todos los registros bíblicos, excepto en el evangelio de Lucas, que la relató tal como la oyó de otra persona.

Jesús partió al día siguiente hacia Endor.