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Discover Jesus \ Events \El decimosexto año de Jesús
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Jesús pasó a la adolescencia, convirtiéndose en un joven robusto y amable, con una mezcla de cualidades humanas y divinas. Su familia se esforzaba por comprender su misión única, mientras él trabajaba como carpintero y contemplaba su futuro.
En el decimosexto año de su vida, Jesús pasó de una infancia tranquila a una adolescencia reflexiva y físicamente robusta. Demostró una notable combinación de cualidades humanas y divinas, exudando bondad, autoridad y una sonrisa cautivadora. Mientras su familia luchaba por comprenderle debido a sus expectativas de que se convirtiera en un libertador judío, Jesús se centró en su destino. Trabajó diligentemente como carpintero, manteniendo a su familia, y empezó a distanciarse de las discusiones sobre su peculiar misión, sobre la que creía que nadie en la tierra podía aconsejarle.
A pesar de los malentendidos, Jesús siguió siendo una presencia cariñosa para su familia, especialmente para sus hermanos pequeños, que le profesaban un profundo afecto, mientras que María admiraba su inquebrantable compromiso con su hogar y su bienestar.
En su decimosexto año (10 de la era cristiana), Jesús se convirtió en un joven físicamente fuerte y enérgico. Había alcanzado su pleno crecimiento físico y era la viva imagen de la salud. Era un joven viril y sorprendentemente guapo.
El equilibrio entre sus La doble naturaleza de Jesús: humana y divina comenzó a manifestarse a través de su personalidad. Era capaz de mostrar dos rasgos aparentemente diferentes y conciliarlos. Su voz era melodiosa, pero siempre autoritaria. Su mirada era profunda, pero llena de compasión. Su sonrisa te hacía sentir mejor de inmediato. Era serio y reflexivo, pero siempre mostraba sentimientos. Era un amigo afectuoso y un maestro imponente.
Jesús también alcanzó el pleno crecimiento de su intelecto humano. Aún no había experimentado todas las fases del pensamiento humano, pero poseía la capacidad de procesar todas esas ocasiones futuras.
Jesús poseía un cuerpo sano y bien proporcionado, una mente aguda y analítica, una disposición amable y simpática, un temperamento algo fluctuante pero agresivo, todo lo cual se estaba organizando en una personalidad fuerte, llamativa y atractiva.
Todos los miembros de la familia colaboraron. Simón ya tenía edad para ir a la escuela. Santiago enseñó a las tres hermanas de Jesús. La pequeña Rut emulaba a Miriam y Marta, que la guiaban. Aunque no se esperaba que las niñas de las familias judías recibieran una educación, Jesús insistió, y María asintió plenamente, en que debían tener la misma educación que los niños. Como la escuela de la sinagoga no estaba de acuerdo, organizaron para ellas una escuela en casa.
A medida que Jesús maduraba, a su familia, incluida su madre y sus hermanos, le resultaba cada vez más difícil comprenderle. María los había criado con la expectativa de que Jesús se convertiría en el libertador judío, lo que causó confusión cuando él negó tales intenciones. A pesar de los malentendidos de su familia, Jesús se centró en su destino, sabiendo que estaba destinado a una misión específica. Siguió trabajando diligentemente como carpintero, manteniendo a su familia, y pasó mucho tiempo con sus hermanos, forjando fuertes lazos. Aunque María lamentaba el camino que había elegido, admiraba su dedicación y responsabilidad para con su hogar, aunque su misión siguiera siendo un misterio para ella.
Mientras tanto, Jesús formulaba sus planes. En primer lugar, sabía que tendría que cuidar de su familia. Se preveía a sí mismo como maestro espiritual, pero sabía que nunca se ajustaría al Conceptos del Mesías esperado que se esperaba de él. Al final del año, Jesús hablaba menos con su madre o con cualquier otra persona sobre este tema. Realmente no había ningún ser humano en la tierra que pudiera aconsejarle.