Jesús despierta a una chica en coma 

Cuando Jesús y sus compañeros desembarcaron en la orilla de Betsaida el 22 de marzo de 29 EC, una gran multitud lo esperaba. La historia de Amós, el loco de Queresa, ya había llegado a Betsaida y Cafarnaún, y Jesús habló amablemente con los que se habían reunido, muchos de los cuales buscaban la curación.

Jairo, uno de los jefes de la sinagoga, consiguió acercarse tanto a Jesús que pudo caer a sus pies. Jairo tomó la mano de Jesús y le rogó que fuera a su casa porque su única hija, su hijita, estaba en casa, a punto de morir. Le dijo: "Te ruego que vengas y la cures", y Jesús respondió: "Iré contigo" Así que Jesús y tres de sus apóstoles - Santiago Zebedeo, Simón Pedro y Juan Zebedeo - caminaron con Jairo hacia su casa, rodeados por la multitud.

En el camino, Jesús se detuvo para Mujer toca a Jesús y es curada por su fe, la mujer con la hemorragia flagelante, que fue curada de su enfermedad gracias a su fe. Pero ahora, Jairo se impacientaba y quería llegar deprisa a su casa. Así que caminaron deprisa. Pero, antes de que llegaran, salió uno de los criados de Jairo para decirle que su hija había muerto. Jesús no parecía preocupado por esta noticia. Le dijo a Jairo: "No temas; sólo cree".

Jesús, sus tres apóstoles y Jairo entraron en la casa y vieron que ya había comenzado el duelo. Había mucho ruido de familiares que lloraban, se lamentaban y tocaban la flauta armando un alboroto indigno. Jesús les dijo que la niña no había muerto, pero se rieron de él. Entonces se dirigió a la madre y le dijo: "Tu hija no ha muerto, sólo está dormida", e hizo salir de la casa a todos los dolientes, y entró con el padre, la madre y los tres apóstoles en la habitación, ya en calma. Jesús se acercó al lugar donde yacía la niña y le cogió la mano. Ella se levantó inmediatamente de la cama y cruzó la habitación, y Jesús aconsejó que le dieran algo de comer, porque llevaba mucho tiempo sin comer.

Jesús hizo todo lo posible por explicar a los padres y a sus apóstoles que la niña sólo había estado en un coma profundo causado por una larga fiebre. Lo único que hizo fue despertarla. No la había resucitado, pero nadie le creyó. Todos eran "milagreros" e, independientemente de lo que Jesús dijera, se mantuvieron firmes en que había realizado otro milagro más. Finalmente, Jesús y sus apóstoles regresaron a Betsaida. Pero pidió a los apóstoles que guardaran silencio y no contaran a nadie lo que había sucedido.

Cuando Jesús salió de la casa de Jairo, lo siguió un muchacho mudo que llevaba a dos ciegos, y ellos también clamaban por su curación. Fuera donde fuera, Jesús estaba rodeado de enfermos y afligidos.