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Amar a Dios en lugar de temerle 

Jesús transformó el concepto de Dios, que pasó de ser una deidad temida a un Padre amoroso, poniendo el acento en la confianza por encima del miedo. Este cambio anima a los creyentes a abrazar una relación con Dios basada en el amor y la confianza, que conduce a una vida de fe y seguridad en la bondad de Dios.

Amar a Dios en lugar de temerle
  • Resumen

    Jesús trató de hacer avanzar nuestro miedo a un Dios ominoso hacia el amor de un Padre bueno en una familia universal en la que somos hijos queridos. La vieja religión es la del miedo a lo desconocido; el nuevo evangelio es la convicción de la verdad de que Dios es bueno y trabaja con nosotros para nuestra supervivencia y nuestro glorioso futuro eterno con él. En el reino, cuanto más confiamos en Dios, más desaparece nuestro miedo. Jesús subrayó el profundo cambio que supone pasar de temer a una deidad punitiva a abrazar a un Padre amoroso, destacando que la verdadera comprensión de la naturaleza de Dios disipa el miedo y fomenta una relación basada en el amor y el respeto mutuo. Esta relación transforma nuestra manera de afrontar los retos de la vida, alejándonos del miedo y acercándonos a una vida caracterizada por la fe y la confianza en la bondad de Dios.

  • El papel del miedo

    No nacimos en la perfección, sino en un universo en evolución. Al pasar de animales a humanos que ahora esperan ascender al universo de Dios, ¡eso es progreso! Esta es la dirección positiva que nuestros amigos celestiales están trabajando con nosotros para lograr, influyendo en cada aspecto de nuestras vidas. Nuestro progreso es gradual y constante.

    Heredamos el miedo de los animales. Los primeros miedos a los fantasmas nos impulsaron hacia un concepto de Dios, que más tarde fomentó las ceremonias y la mejora del comportamiento - el inicio de la sabiduría. Inicialmente impulsada por el miedo, la humanidad progresó a través de sueños, fantasmas, amuletos, sacrificios y rituales hacia el concepto de un hijo divino, desde el miedo y el temor al asombro, la reverencia y el amor. Los malentendidos sobre las obras de Dios inducen naturalmente a temer a un ser tan poderoso. Jesús introduce un cambio significativo, revelando a Dios como un padre amoroso. Así, la religión evoluciona.

    Una noche, Felipe preguntó a Jesús por qué las Escrituras nos ordenan temer al Señor mientras que Jesús nos anima a ver al Padre sin miedo. Jesús explicó que los primeros seres humanos sólo podían aprender la reverencia a través del miedo, empujándose a sí mismos a un arduo servicio a un Rey Dios celoso e iracundo. Jesús vino a demostrar la relación que comparte, mostrando el amor abrumador de su Padre, que es recíproco. Jesús y el Padre desean el mismo vínculo con cada uno de nosotros. Cuanto más aprendemos sobre el Padre, más nos sentimos atraídos por la alegría y la libertad de amarle por lo que realmente es. Dios es intrínsecamente bondadoso, maravillosamente compasivo y misericordioso, rebosante de amor por sus hijos.

    Debería ser natural amar a un Padre tan bueno y perfecto. La encarnación de Jesús pretende que comprendamos y experimentemos esta relación transformadora.

  • Como es arriba es abajo

    Idealmente, nos esforzamos por reflejar el carácter de Dios en nuestras acciones humanas, encarnando lo divino dentro de nosotros. En la familia de Dios, donde somos reconocidos como hijos e hijas, encontramos el modelo perfecto de amor y afecto que guía a nuestras familias terrenales. Los hijos inteligentes no temen a su padre para recibir sus dones; reciben bendiciones simplemente porque les ama, y ellos responden amándole a su vez. Nos sentimos atraídos por Dios en reconocimiento y aprecio de sus atributos. Es la bondad de Dios la que nos inspira al arrepentimiento, su generosidad la que nos motiva a servir, su misericordia la que asegura nuestra salvación, y su amor el que nos eleva a una adoración inteligente y gozosa.

  • Temor del Señor

    Un Creador todopoderoso puede inspirar inicialmente temor a los mortales, pero su nobleza y rectitud evocan reverencia, amor y adoración voluntaria. Un hijo obediente y afectuoso no teme ni siquiera a un padre fuerte y noble. Deberíamos alabar al Infinito por su naturaleza en lugar de temerle por su poder y misterio. A medida que nuestro entendimiento se aclare, confiaremos más plenamente en nuestro Padre celestial y nos sentiremos seguros en su amoroso cuidado. Jesús vino a transformar nuestro miedo en amor, nuestra tristeza en alegría, nuestro temor en confianza, y a sustituir los rituales serviles por el servicio amoroso y la adoración agradecida.

    De la infancia a la edad adulta, nuestra comprensión y aprecio de nuestros padres evolucionan. Al principio, de niños, se nos enseña a honrar a nuestros padres. Con el tiempo, a medida que somos testigos de su apoyo, sacrificios y enseñanzas, nuestro respeto y afecto crecen, llevándonos a amarlos por lo que realmente son. Al igual que el amor de un padre por sus hijos es natural, nuestro amor por nuestro padre se desarrolla, empezando por el temor a la autoridad del padre, pasando por el temor y la dependencia, y madurando en una estima profunda y afectuosa.

    La religión ha enseñado tradicionalmente que todo el deber del ser humano es temer a Dios y guardar sus mandamientos. Quienes siguieron esta enseñanza contribuyeron a elevar las normas morales de nuestro mundo. Jesús introduce un mandamiento nuevo y más elevado: amar a Dios y aprender a hacer su voluntad, que es el mayor privilegio de los hijos liberados de Dios. Este mandamiento significa una profunda transformación, que exige pasar de temer a Dios como a un rey todopoderoso a amarle como a un Padre misericordioso. Este cambio fomenta un sentido de fraternidad tanto en nuestra relación celestial como en nuestras interacciones terrenales.

  • Un reino sin rey

    Aunque utilizamos el conocido término "reino", es importante aclarar que no existe un rey singular y exaltado en un trono que gobierne el universo. El concepto de "El Reino de los Cielos" trasciende esta analogía, representando un reino más profundo e inclusivo donde una fraternidad de seres inteligentes forma una familia divina. Jesús es el Hijo de Dios el Padre, y nosotros somos también sus hijos e hijas. Nuestro Padre es universalmente reconocido y adorado de todo corazón como la figura central y líder de esta familia. La representación exacta de este reino es la de una familia con un padre amoroso a la cabeza. En lugar de temer a Dios como a un rey o servirle como a un amo, deberíamos reverenciarle como a nuestro Creador, honrarle como a nuestro Padre espiritual, amarle como a un defensor misericordioso y, en última instancia, adorarle como al Padre amoroso y sabio de nuestro entendimiento y aprecio espiritual maduro.

    La noción errónea del Padre como un monarca temido ha conducido a percepciones equivocadas de la humildad, alimentando la hipocresía y la adopción de ostentosas muestras de humildad sin sentido. Estos actos suelen derivar de un deseo de llamar la atención y de un equivocado sentido de superioridad. Jesús observó que el Padre rechaza el orgullo, la hipocresía y la maldad. Se refirió al profeta Jeremías, que criticó a los que parecen devotos de palabra, pero son distantes de corazón. También mencionó a los sacerdotes y profetas que, motivados por el beneficio personal, profesan hablar en nombre de Dios mientras sus corazones persiguen intereses contradictorios. Muchos profesan un deseo de paz mientras albergan odio o utilizan la adulación para obtener ventajas personales. Una de las penas más profundas que puede sufrir un alma confiada proviene de la traición dentro de la supuesta seguridad del hogar de un amigo.

  • Todas las cosas deben cambiar

    Aunque los seres humanos procedan del polvo, cuando son habitados por el espíritu del Padre, están destinados a la divinidad. Muchos son conscientes de que el espíritu del Padre celestial reside en su interior. El La inhabitación del Espíritu de Dios y el Otorgamiento del Espíritu de la Verdad que Jesús nos otorgó guía la carrera de ascensión eterna que tenemos por delante. El espíritu otorgado del Padre celestial volverá naturalmente a su fuente divina y a sus orígenes universales. El ¿Qué es el alma?, renacida a través de este espíritu residente, asciende a la presencia misma del Padre eterno.

    Dios aprecia un corazón contrito y un espíritu humilde. Jesús subrayó la importancia de la honestidad total y de la confianza perfecta en el apoyo amoroso y la guía fiel de nuestro espíritu interior. Como un niño pequeño que agarra la mano de sus padres y los guía, inseguro del destino pero confiado en su buena intención, el Padre nos guía de modo similar a través de las invisibles e inimaginables realidades espirituales del reino.

  • La transición del miedo al amor

    Jesús consideraba que esta transición del miedo al amor era fundamental para traer el reino de los cielos a la tierra: "No temáis" era su consigna. Cuando Jesús ordena a sus Doce Apóstoles, les advirtió que serían odiados, pero no temáis, porque yo estaré con vosotros. En su primer sermón en la sinagoga, Jesús leyó de las Escrituras: "Y te tomaré de la mano derecha, diciéndote: no temas, porque yo te ayudaré" Jesús corrigió la falsa noción de que debemos temer a Dios bajo la premisa de que castigaría a una nación por el pecado de un individuo o a sus hijos por los pecados de una nación.

    A las personas con las que Jesús se encontraba, les ofrecía esperanza en el nuevo reino del espíritu y acababa con su miedo. Cuando Jesús habló a los enfermos y dolientes, los animó y les dijo que cuando llegara la hora del juicio, no temieran, porque no sólo encontrarían justicia, sino también abundancia de misericordia. Cuando Jesús se encontró con el Jesús se encuentra con el joven que tenía miedo, lo transformó en una vida nueva y valiente, diciéndole que dijera adiós al miedo acobardado. A un Jesús es crucificado entre dos ladrones en su última hora, Jesús le dijo que no tenía por qué temer al juez eterno si su arrepentimiento era auténtico y sincero en la fe.

    Cuando Jesús habló de religiones con Gonod, le explicó que el pueblo judío está lastimosamente esclavizado al miedo de un Dios sin una filosofía salvadora de la vida y la libertad. Su religión está motivada por la conciencia del miedo. El nuevo evangelio del reino está dominado por la verdad-convicción, el espíritu de la verdad eterna y universal. Jesús nos recuerda que creer en este evangelio no es una garantía para eludir los problemas, pero nos ayuda a guiarnos para no tener miedo cuando nos enfrentamos a ellos.

Lecturas sugeridas de este ensayo

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  • Jesús

    Hijo de Dios, Hijo del Hombre. Hijo Creador del Universo.

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Colaboradores

Gregg Tomusko, Mike Robinson, Gary Tonge

Referencias y fuentes

  • 100:7.15 La consigna de Jesús era: "No temáis".
  • 126:4.6 Jesús lee en la Escritura: "No temas, porque yo te ayudaré".
  • 130:6.4 Al joven temeroso, Jesús le dijo que dijera adiós al miedo cuando estuviera en el Reino.
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