Descubre a Jesús \ Tema \Equilibrio y señuelos de la madurez
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Rodán, un filósofo griego de Alejandría, adoptó las enseñanzas de Jesús para alinear su filosofía con el Evangelio. Comprometiéndose a fondo con Natanael y Tomás, descubrió que Jesús ejemplificaba sus ideales de madurez perfecta.
Un filósofo griego de Alejandría (Egipto) llamado Rodán se hizo discípulo de Jesús. Deseaba armonizar su filosofía de vida con las nuevas enseñanzas religiosas de Jesús. Jesús recibió amablemente a Rodán e inmediatamente indicó a Nathaniel y a Thomas Didymus que escucharan todo lo que tenía que decir y que, a cambio, le contaran más cosas sobre el Evangelio. Uno de los temas que trató Rodán fueron los atractivos de la madurez. El pensamiento de Rodán era profundo y sumergió a Natanael y a Tomás en profundas discusiones. Para Rodán, Jesús era un ejemplo vivo de sus ideales en el arte de vivir y ejemplificaba su concepto de la madurez perfecta.
¿Qué le motiva a uno a abrazar la madurez? El encanto juvenil de la aventura sin fin y los días sin preocupaciones acaba cediendo ante las responsabilidades que marcan la edad adulta: las obligaciones profesionales, familiares y comunitarias. Cuando pasamos de la libertad de la juventud a los compromisos de la madurez, a menudo reflexionamos con nostalgia sobre las libertades que hemos cambiado por las responsabilidades adultas.
Rodán de Alejandría, un profundo filósofo y seguidor de Jesús, entabló profundos debates con los apóstoles de Jesús, explorando la dinámica de las relaciones humanas y la madurez. Sus Discusión de Natanael y Tomás con Rodán, que se prolongaron durante varios días, abarcaron diversos aspectos de la vida, haciendo hincapié en el papel fundamental del matrimonio y la familia como cúspide de la madurez relacional humana. Rodán describió el matrimonio no sólo como una unión personal, sino como una piedra angular de la sociedad que potencia la comunidad y la sofisticación cultural.
El matrimonio, según Rodán, no es un mero compromiso personal, sino un ideal social que personifica la madurez. Fomenta un vínculo resistente entre el hombre y la mujer, unidos en el propósito y la devoción el uno al otro y a su descendencia. Aun reconociendo que no todas las relaciones siguen este camino, Rodán defendió el matrimonio como el logro relacional más significativo de la humanidad, que contribuye a una sociedad madura y estable. Alineó este concepto con las enseñanzas de Jesús, que utiliza la familia como metáfora para entender la relación divina entre Dios y la humanidad. Al esforzarnos por alcanzar tales ideales, nos aproximamos a la paz y la madurez que Jesús imaginó para el mundo.
Rodán explicó que la existencia humana es insatisfactoria cuando se limita a Filosofía - Materialismo, haciéndose eco de la enseñanza de Jesús de que "no sólo de pan vive el hombre", y que la verdadera plenitud proviene del La inhabitación del Espíritu de Dios, que nos impulsa hacia el crecimiento espiritual. Rodán subrayó la importancia de prácticas espirituales como la meditación y la relajación para conectar con este espíritu interior, facilitando una transformación que nos capacita e ilumina.
Por su postura superior y su uso del tacto y la tolerancia, Rodán se preguntó si el Maestro había aprendido a evitar Cólera - La falta de comprensión. Con frecuencia, ésta es nuestra primera línea de defensa, simplemente para preservar nuestro orgullo. El Maestro utilizó la analogía de que un hombre sabio que desea entrar por una puerta cerrada no la derribaría, sino que buscaría la llave con la que abrirla. Al luchar, ambas partes sufren enormemente. Cuando seamos testigos de cómo las armas se convierten en herramientas de labranza o en instrumentos artísticos, sabremos que nuestro mundo ha madurado.
Rodán vio la ventaja de mirar hacia delante, hacia un destino glorioso, de ser un miembro valioso en una familia de seres espirituales avanzados, todos deseando ayudarnos y asociarse con nosotros, incluso llegando a ser los mejores amigos del Dios del Universo cuyo Espíritu habita en nuestra mente. Adoptar tal paradigma nos da inmediatamente una perspectiva celestial y una mejor comprensión de nuestras luchas actuales, y puramente temporales. Permitir esta visión espiritual debería ser incentivo suficiente para perseguir nuestra meta divina, de hacer la voluntad del Padre, de ser lo mejor que podamos ser: un hijo o hija espiritual del Soberano del Universo.
El Evangelio del Maestro presta un gran servicio al arte de vivir y nos da todas las razones para perseguirlo, realzando la vida con un propósito supremo. Desde una posición elevada, estamos más relajados, nuestras almas desvelan más lo que hemos logrado. Nos comunicamos más con nuestro espíritu interior. Estamos menos perplejos por las preocupaciones, los disgustos y las molestias. Rodán advierte sabiamente de los peligros de buscar la facilidad o caer en el fanatismo.
Por último, Rodán destacó el potencial transformador de ver la vida a través de una lente espiritual, fomentando una perspectiva que ve más allá de las luchas inmediatas hacia un destino cósmico más grandioso. Esta perspectiva fomenta una comprensión más profunda de nuestro lugar en el universo, alineando nuestro viaje terrenal con nuestra herencia divina y nuestras aspiraciones espirituales últimas.
Hijo de Dios, Hijo del Hombre. Hijo Creador del Universo.
Una presencia divina dentro de la mente humana.
La ira es veneno espiritual, agota la salud e impide el crecimiento.
Gregg Tomusko, Mike Robinson, Gary Tonge