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Discover Jesus \ Events \El discurso de Jesús sobre el cálculo del coste
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Jesús pronunció "Contar el precio" en el vado de Betania, en el Jordán, subrayando el alto precio del discipulado. Utilizó metáforas para subrayar el compromiso, advirtió de la persecución y previno contra los intereses mundanos. A pesar del mensaje aleccionador, muchos le siguieron.
En el vado del Jordán, en Betania, Jesús dirigió a sus seguidores un poderoso discurso conocido como "Contar el coste". Destacó el alto precio del discipulado, que exigía una dedicación incondicional y la voluntad de renunciar a los lazos familiares e incluso a la propia vida. Utilizando las metáforas de la construcción de una atalaya y de un rey que se prepara para la guerra, Jesús instó a sus seguidores a considerar cuidadosamente su compromiso antes de embarcarse en el camino del discipulado. Advirtió de persecuciones y decepciones inminentes, y subrayó la necesidad de renunciar por completo a los intereses mundanos. Jesús advirtió contra la búsqueda del honor y la gloria, comparando a los discípulos insinceros con la sal que ha perdido su sabor.
A pesar de este mensaje aleccionador, muchos seguidores continuaron con Jesús, mientras que sus Los Doce Apóstoles, aunque reflexionaban sobre sus palabras, seguían aferrados a sus esperanzas de un reino terrenal inminente.
Jesús y casi mil seguidores llegaron al vado de Betania del Río Jordán, también conocido como Betábara. Sus discípulos se dieron cuenta de que no se dirigía directamente a Jerusalén, lo que provocó un debate entre ellos. En respuesta, Jesús se subió a una gran piedra y pronunció un discurso que se conoció como "Contar el coste".
Jesús comenzó su enseñanza:
"Vosotros que queréis seguirme desde ahora, debéis estar dispuestos a pagar el precio de una entrega incondicional al cumplimiento de la voluntad de mi Padre. Si queréis ser mis discípulos, debéis estar dispuestos a renunciar a padre, madre, esposa, hijos, hermanos y hermanas. Si alguno de vosotros quiere ser ahora mi discípulo, debe estar dispuesto a entregar incluso su vida, como el Hijo del hombre está a punto de ofrecer su vida por el cumplimiento de la misión de hacer la voluntad del Padre en la tierra y en la carne".
Continuó, enfatizando la importancia de considerar el costo del discipulado:
"Si no estáis dispuestos a pagar todo el precio, difícilmente podréis ser mis discípulos. Antes de seguir adelante, sentaos cada uno de vosotros y calculad el coste de ser mi discípulo. ¿Quién de vosotros emprendería la construcción de una torre de vigilancia en sus tierras sin antes sentarse a calcular el coste para ver si tiene dinero suficiente para terminarla? Si no hacéis así la cuenta, después de haber puesto los cimientos, podréis descubrir que no sois capaces de terminar lo que habéis empezado, y por eso todos vuestros vecinos se burlarán de vosotros, diciendo: "Mirad, éste empezó a construir, pero no pudo terminar su obra". Además, ¿qué rey, cuando se dispone a hacer la guerra a otro rey, no se sienta primero y consulta si podrá, con diez mil hombres, hacer frente al que viene contra él con veinte mil? Si el rey no puede hacer frente a su enemigo porque no está preparado, envía una embajada a este otro rey, aun cuando esté todavía muy lejos, pidiéndole condiciones de paz."
Jesús advirtió de los desafíos que se avecinaban:
"Ahora, pues, sentaos cada uno de vosotros y calculad lo que cuesta ser mi discípulo. A partir de ahora no podréis seguirnos, escuchando la enseñanza y contemplando las obras; tendréis que afrontar amargas persecuciones y dar testimonio de este Evangelio ante la aplastante decepción. Si no estás dispuesto a renunciar a todo lo que eres y a dedicar todo lo que tienes, entonces no eres digno de ser mi discípulo. Si ya te has conquistado a ti mismo dentro de tu propio corazón, no debes temer esa victoria exterior que deberás obtener en breve, cuando el Hijo del Hombre sea rechazado por los sumos sacerdotes y los saduceos y sea entregado en manos de incrédulos burlones".
Concluyó instando al autoexamen:
"Ahora deberías examinarte a ti mismo para averiguar tus motivos para ser mi discípulo. Si buscas el honor y la gloria, si tienes una mentalidad mundana, eres como la sal cuando ha perdido su sabor. Y cuando lo que se aprecia por su salinidad ha perdido su sabor, ¿con qué se condimentará? Tal condimento es inútil; sólo sirve para ser arrojado entre la basura. Ahora os he advertido que volváis a vuestras casas en paz si no estáis dispuestos a beber conmigo la copa que se está preparando. Una y otra vez os he dicho que mi reino no es de este mundo, pero no me creéis. El que tenga oídos para oír, que oiga lo que digo".
Después de estas palabras, Jesús condujo a los doce hacia Hesbón, seguidos por unas quinientas personas. La multitud restante continuó hacia Jerusalén. Sus apóstoles y discípulos principales reflexionaban sobre estas palabras, pero seguían aferrados a su esperanza de que el reino se estableciera pronto según sus expectativas largamente acariciadas.