Jesús cuenta la parábola de la Gran Cena 

Un fariseo rico e influyente invitó a Jesús a desayunar a su casa, tras haber abrazado las enseñanzas de Abner, uno de los discípulos y líderes de Jesús. Con la noticia de que se esperaba a Jesús en Filadelfia, acudieron unos cuarenta visitantes, entre ellos muchos fariseos importantes y unos cuantos letrados de Jerusalén y otros lugares, que también fueron invitados. Después de que Jesús hablara, se hizo el silencio. Uno de los letrados consideró que era un momento socialmente incómodo y repitió sin pensar una frase popular: "Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios", que Jesús utilizó como introducción a una parábola:

"Cierto gobernante dio una gran cena, y habiendo invitado a muchos comensales, a la hora de la cena despachó a sus criados para que dijeran a los convidados: 'Venid, que ya está todo preparado'. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: "Acabo de comprar una hacienda y tengo que ir a probarla; te ruego que me excuses". Otro dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes, y debo ir a recibirlas; te ruego que me excuses'. Y otro dijo: 'Acabo de casarme con una mujer, y por eso no puedo ir'. Los criados volvieron y se lo contaron a su señor. Al oír esto, el dueño de la casa se enfadó mucho y, volviéndose a sus criados, les dijo: 'He preparado este banquete de bodas; se han matado los cebones y todo está dispuesto para mis invitados, pero ellos han despreciado mi invitación; se han ido cada uno tras sus tierras y sus mercancías, y hasta faltan al respeto a mis criados que les invitan a venir a mi banquete. Salid, pues, presurosos a las calles y a los caminos de la ciudad, a las carreteras y a los senderos, y traed aquí a los pobres y a los marginados, a los ciegos y a los cojos, para que el banquete de bodas tenga invitados'. Y los criados hicieron lo que su señor les mandaba, y aun así hubo sitio para más invitados. Entonces dijo el señor a sus siervos: 'Salid ahora a los caminos y al campo y obligad a los que estén allí a entrar para que se llene mi casa. Declaro que ninguno de los que fueron convidados primero probará de mi cena'. Y los criados hicieron lo que su señor les mandó, y la casa se llenó".

Al oír estas palabras, todos se marcharon. Al menos uno de los fariseos burlones presentes aquella mañana comprendió el significado de la parábola, porque aquel día se bautizó y confesó públicamente su fe en el evangelio del reino. Esa noche, Abner predicó sobre esta parábola al consejo general de creyentes.

Al día siguiente, todos los apóstoles se dedicaron al ejercicio filosófico de intentar interpretar el significado de esta parábola de la gran fiesta. Aunque Jesús escuchó con interés todas estas diferentes interpretaciones, se negó a proporcionar cualquier ayuda adicional para entender la parábola. Sólo decía: "Que cada uno averigüe el significado por sí mismo y en su propia alma".